domingo, 31 de enero de 2010

J.D. Salinger, el eterno adolescente

Se conocen muy pocas fotos de J.D. Salinger. Quienes intentaron retratarlo fueron demandados y tuvieron que vérselas con la ley.

Tras la muerte de J.D. Salinger queda la promesa de publicar los cientos de textos que escribió durante 50 años de encierro.

Jerome David Salinger nació en Nueva York el primero de enero de 1919 y falleció el 27 de enero de 2010 en Cornish, New Hampshire. Este esecritor norteamericano fue conocido principalmente por su novela "El guardián entre el centeno" (The Catcher in the Rye), un clásico de la literatura moderna estadounidense casi desde el mismo momento de su publicación, en 1951. El autor falleció a los 91 años de causas naturales.

Era hijo de Sol Salinger, un comerciante judío de quesos kosher y de Marie Jillich, escocesa-irlandesa, quien al casarse se convirtió al judaísmo al casarse. Creció en un apartamento de Park Avenue, en Manhattan e hizo tres años de estudios en la Academia Militar de Valley Forge, en Pensilvania.

En 1939 asistió a un curso de narrativa corta en la Universidad de Columbia y escribió críticas de cine para la revista estudiantil. Comenzó su trayectoria literaria escribiendo relatos para revistas de Nueva York: Story, Saturday Evening Post, Esquire y The New Yorker en la década de 1940. Publicó además dos capítulos de lo que posteriormente sería "El guardián entre el centeno" antes de alistarse como voluntario para combatir en la Segunda Guerra Mundial: "I'm Crazy y Slight Rebellion Off Madison".

Participó en el desembarco aliado en Normandía (1944) como soldado de infantería y durante sus primeros meses en Europa escribió algunos cuentos; testigo de los horrores del combate, estos hechos le dejaron una profunda huella emocional e incluso estrés postraumático, lo que se percibe en algunos de sus relatos, especialmente Un día perfecto para el pez banana, sobre un ex soldado suicida, y también Para Esmé, con amor y sordidez, narrado por un soldado traumatizado. Ya con un talante polémico e independiente, el soldado Salinger consideraba a Ernest Hemingway, a quien conoció en París, y a John Steinbeck escritores de segunda clase, reservando su admiración para Herman Melville.

The Catcher in the Rye, conocida en castellano como "El cazador oculto" en 1961 y como "El guardián entre el centeno" en 1978, fue su primera novela corta. Publicada en 1951, se hizo muy popular entre los críticos y jóvenes. La historia es narrada en primera persona,`por Holden Caulfield, un adolescente rebelde, inadaptado e inmaduro, pero de gran perspicacia. Se dice de la novela que es la única que ha sabido captar lo que es la adolescencia con todas sus contradicciones; la fórmula del carácter del desorientado protagonista la ofrece su propia hermana, Phoebe, cuando le dice que, sencillamente, no sabe lo que quiere. Es, por otro lado, una novela que ha sido curiosamente citada como favorita por muchos asesinos en serie y otros desadaptados.

La película "Descubriendo a Forrester", protagonizada por Sean Connery, está basada en Salinger. Además, ha sido notable la influencia ejercida en escritores como Lemony Snicket y su "Una serie de catastróficas desdichas", habiendo numerosas alusiones a él en los libros. Salinger ha influido sobre una generación entera de escritores, entre los que se cuentan señaladamente John Updike, Harold Brodkey y Philip Roth.

En 2008 el cantante Axl Rose, de la banda Guns N'Roses, se inspiró en "El guardian entre el centeno" para darle forma y nombre a una de las canciones del album Chinese Democracy. Esta canción es bastante controvertida en el disco ya que se dice que la misma está dedicada a los ex-compañeros de banda de Axl Rose.

El eterno adolescente

Con la muerte de Jerome David Salinger termina la adolescencia perpetua de varias generaciones de lectores. "Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer al precipicio", dice Holden Caulfield, el mítico personaje de El guardián entre el centeno, una de las novelas más importantes de la literatura norteamericana que ha superado la cifra de 60 millones de ejemplares vendidos desde su publicación en 1951. Holden Caulfield es un joven desadaptado de 17 años que ha sido expulsado de varios colegios, y el precipicio del cual quiere salvar a los niños -y a sí mismo- es el de la vida "farsante" de los adultos. Aterrado con el éxito de su libro, Salinger decidió huir del mundo y, como si fuera la Greta Garbo de las letras, se recluyó desde 1953 en su casa de madera del pueblo de Cornish, New Hampshire, donde murió el pasado miércoles a los 91 años.

A la leyenda del adolescente incorruptible se le sumó la del escritor aislado: sólo dio una entrevista en todos esos años y tuvo unas pocas publicaciones: Franny y Zooey, Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymur: una introducción. Eran relatos sobre la familia Glass, con una gran influencia de la religión oriental, específicamente del budismo zen y el hinduismo.

Salinger nació el primero de enero de 1919. Provenía de una familia judía acomodada de Manhattan. Entró a la academia militar de Valley Forge y a los 15 años empezó a escribir. Un compañero de estudios lo describe así: "Quería hacer cosas fuera de lo convencional. Pasaba horas sin que nadie supusiese dónde estaba o qué hacía. Aparecía, simplemente, a la hora de las comidas. Era simpático, pero de esos que si organizabas una partida de cartas no se apuntaba". Una vez graduado viajó a estudiar a Viena en 1938. Allí fue testigo de la violencia de los grupos nazis. Alcanzó a salir antes de la entrada triunfal de Hitler. Con cierta culpa por eso, se enroló en el ejército aliado. La guerra lo marcó y, en especial, haber sido de los primeros soldados norteamericanos en conocer un campo de concentración. "El olor a carne quemada no se olvida nunca", le diría años después a su hija Margaret. A la brava, la guerra lo había convertido en un hombre, algo que nunca permitiría que le ocurriera a su eterno adolescente, Holden Caulfield. Participó en el desembarco de Normandía y la liberación de París, donde conoció a su primera esposa, Sylvia Welter, y a Ernest Hemingway.

A su regreso a Estados Unidos, ingresó al Ursinus College, de Collegeville, Pensilvania. A pesar de su espíritu solitario, no pasaba inadvertido para las mujeres: alto, moreno, de abrigo negro y modales refinados. Pero él estaba empeñado en escribir la gran novela americana y empezó con el cuento Un día perfecto para el pez plátano -donde aparece Seymour Glass, un ex soldado suicida- que publicó en 1948 y le dio un prestigio inmediato. Siguió trabajando intensamente y a los tres años apareció El guardián entre el centeno. Incapaz de resistir la ansiedad por la recepción de su novela, prefirió viajar a Gran Bretaña. No hubiera sido necesario: el reconocimiento de la crítica y del público fue inmediato. Regresó a Nueva York y disfrutó de la fama, pero no por mucho tiempo: el lobo solitario que había en él ya quería perderse en el anonimato.

Empezaba la leyenda del escritor ermitaño que, en contraste con la época de los escritores mediáticos, iría creciendo cada vez más. Salinger se llevó a una joven estudiante de Radcliffe, Claire Douglas, a quien le impidió graduarse en la urgencia de la huida, para que lo acompañara en su destierro. Con ella tuvo dos hijos y, después de su divorcio en 1967, se radicalizaron su encierro y su interés por el budismo, siempre motivo de discordia con su segunda mujer y sus amantes. Por cierto, el epígrafe de Nueve cuentos, su primer libro, es un bellísimo koan: "Conocemos el sonido de una palmada de dos manos, pero ¿cuál es el sonido de la palmada de una sola mano?".

No es difícil entender por qué El guardián entre el centeno es y seguirá siendo un libro polémico. Su lenguaje directo, duro, coloquial, y el espíritu rebelde y lúcido de su protagonista, son un motivo de permanente controversia, lo que le ha dado, desde luego, una aureola maldita. Como se trata de un libro que conecta fácilmente con los jóvenes, ha sido a la vez lectura obligatoria en el pénsum escolar de Estados Unidos y prohibido. Y, a partir de una lectura sesgada, ha sido excusa para justificar un famoso crimen: el de Mark David Chapman, quien declaró haber asesinado a John Lennon para promocionar la novela de Salinger. También el hombre que hirió de un disparo al ex presidente estadounidense Ronald Reagan dijo ser un entusiasta lector de esa novela.

Hay que aclarar entonces que una cosa es la rebeldía -de la cual Caulfield es un ícono- y otra muy distinta hacer una apología de la violencia. Que un lector pase del terreno simbólico de la literatura al real es algo que excede las intensiones de cualquier autor.Vale recordar lo que alguna vez escribió Salinger: "Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella".

Sin embargo, no todas las lecturas fueron tan estrechas. En 2008, el cantante Axl Rose, de Guns N' Roses, se inspiró en El guardián entre el centeno para una de las canciones del álbum Chinese Democracy. Una canción polémica, dedicada a los ex compañeros de su banda. La importancia literaria de Salinger, además, fue significativa en su propio país. Autores como Lemony Snicket, John Updike, Harold Brodkey y Philip Roth han hablado de su influencia. Y la película Descubriendo a Forrester, protagonizada por Sean Connery, está basada en Salinger.

Muerto Salinger, queda la puerta abierta para entrar en el refugio del escritor a deshacer el mito. Una labor que inició su hija, Margaret, hace unos años con la publicación de El guardián de los sueños, una biografía en la que ella retrata a su padre como un hombre autoritario -con sus hijos y con sus esposas-; distante, que comía frente a un televisor gigante y lloraba mientras veía la transmisión del funeral de Kennedy, y que bebía de sus propios orines en un inocente ritual de curación. Contraria a la imagen del asceta budista, Margaret pinta a Salinger como un crédulo seguidor de cualquier gurú enfático, aunque desconfiaba de las personas que no lo fueran o que pensaran diferente a él. En fin. La única buena noticia en el libro es que Salinger siguió escribiendo cada día hasta el final en la silla de un carro con su vieja máquina de escribir y que sus textos se podrán publicar ahora, después de su muerte. Si bien se trata de una excelente noticia, hay que estar alerta. Se sabe lo que ocurre cuando se juntan unos herederos, unos cajones repletos de manuscritos y unos editores con cuentas fabulosas.

Entre tanto, la familia, todavía fiel a su manera de pensar, ha pedido seguir con el respeto a su privacidad. Y su representante, Phyllis Westberg, en una parca declaración, dijo que su espíritu permanece en su pequeño círculo familiar y en aquellos que él amaba, independientemente de que fueran figuras históricas, religiosas, amigos personales o personajes de ficción. "Le echarán de menos los pocos que consideraba cercanos y los muchos lectores que amaban su escritura".

semana.com, por Luis Fernando Afanador, enero 30 de 2010.

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