lunes, 25 de agosto de 2008

miércoles, 20 de agosto de 2008

El look del populismo

"El estilo es el hombre", "la pinta es lo de menos" y "el hábito no hace al monje" son aforismos que pudieran servir de punto de partida hacia un debate sobre por qué, cómo y hasta dónde las conductas y la impronta personal de los últimos caudillos surgidos en América Latina inciden en la percepción de sus adeptos, seducidos por una imagen populista que propone un modelo de socialismo necesariamente artesanal, bajo el supuesto de ser capaz de superar la miseria histórica heredada de los políticos tradicionales.

El mosaico que ilustra estas líneas da cuenta de cómo el destino de millones de los seres más pobres del nuevo continente se rige por mandatarios cuyo afán protagónico y de monopolio del poder los convierte en auténticos íconos de la ramplonería y la bufonada, con el agravante de que las grandes masas marginales ven en ellos a genuinos representantes del interés popular. A juzgar por los siguientes estilos y modelos, y según la progresión de estas conductas, el próximo ungido con el favor de las urnas en el Continente ejercerá seguramente en taparrabo o en guayuco.
El caso más fresco en esta secuencia corresponde al recién posesionado presidente de Paraguay, Fernando Lugo (foto superior), quien ha decidido que las pantuflas o chancletas en público le conceden cierto estatus de apóstol de las clases más vulnerables de su país, sumido en la indigencia. En un alarde de cercanía con las masas, que a ojo cerrado lo eligieron, aquí se aprecia al último eslabón de la Teología de la Liberación en el rol de futbolista, papel que asume con el uso de un balón deliberadamente viejo, casi podrido, que simbolice el contenido social de sus promesas de luchar contra el hambre.

Como su homólogo guaraní, el mandatario de Bolivia, Evo Morales, tiene también por seguro que el fútbol —el deporte de mayor arraigo entre sus gobernados, pese a los tradicionales descalabros de su selección nacional y de sus equipos en el área— es una oportunidad inmejorable para proyectar su cercanía con los parias, que son casi todos sus compatriotas, convencidos de que el líder cocalero será capaz de hacerle muchos goles a la historia de padecimientos y explotaciones de esta nación. Es tan desatinado este gobernante, que durante la ceremonia de la entrega de la bandera olímpica a la delegación de su país a los Olímpicos de Pekín-2008 a cuatro paupérrimos deportistas, incluída una nadadora de 38 años, les hizo saber que dicha representación era "una vergüenza". ¡Sin palabras!
El privilegio que quisieran tener muchos de los fans de Diego Armando Maradona (derecha), tutearse con el astro argentino en un campo de fútbol, lo tuvo el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anfitrión de la Copa América 2007. El evento sirvió de antesala al famoso referéndum del 3 de diciembre del mismo año, cuando el electorado respondió negativamente a las aspiraciones del mandatario por abrogarse nuevos poderes. No obstante su ninguna relación con este deporte, Chávez trató de emplearlo como instrumento de propaganda, vistiéndose con la vino tinto para la ocasión y repartiendo buena parte de la boletería entre los afiliados al Movimiento Bolivariano. No deja de ser bien paradójico que tres de los más acérrimos contradictores de los Estados Unidos, como Daniel Ortega (arriba), presidente de Nicaragua; su par venezolano Hugo Chávez (derecha), y el líder cubano Fidel Castro (de chaqueta azul en la gráfica inferior, acompañado de Chávez), apelen al recurso de uniformarse de beisbolistas para promover, precisamente, la causa anti-imperalista entre sus gobernados.
Aunque existen evidencias sobre la práctica de un deporte con un palo y una bola que datan de las primeras civilizaciones egipcia, griega y persa, el béisbol, tal como se juega en la actualidad, es una disciplina eminentemente norteamericana, según investigaciones documentadas, que le conceden su paternidad a Abner Doubleday, oficial del Ejército de la Unión durante la Guerra Civil de los Estados Unidos (1861-1865).

Único presidente argentino con diez años en el cargo (1989-1999), y con la posibilidad de quince, para lo cual —como Alberto Fujimori en el Perú (1990-2000) y como Hugo Chávez— reformó dos veces la Constitución, Carlos Menem es, si no el fundador, por lo menos uno de los más caracterizados representantes de este movimiento de mandatarios con alta proclividad al protagonismo mediante el disfraz y la parodia para ganar adeptos. Al líder del Partido Justicialista se le vio trajeado de tenista, de corredor de autos, de ciclista, de nadador, de paracaidista, sin contar sus exhibiciones en el golf, el polo, el hockey sobre hierba, el baloncesto y hasta de gaucho y de bailarín de tango. En la foto superior aparece poco antes de una de sus proverbiales salidas a una cancha para hacer gala de sus dotes futbolísticas.



(Nota en proceso de edición)

martes, 12 de agosto de 2008

La mano dura triunfa

"Esto, lo que necesita, es mano dura", se oyó decir, como se oía el saludo, a los ciudadanos de muchas generaciones agobiados por el imperio de mal, entronizado en ciudades y veredas, a partir del simple pillaje: ladrones de todas las layas, raponeros, abigeos, asaltantes de bancos y de caminos, estafadores, violadores, etc. Por instinto natural, el reclamo y la visión panorámica del fenómeno de inseguridad se han proyectado puntualmente sobre el ámbito de la seguridad ciudadana.

Con el telón de fondo de una sangrienta confrontación política secular, y cuando se creía parte del mito, dispersa y diezmada, lejos del protagonismo de los años 60, la progresiva reaparición de la subversión desde diversas trincheras se encargaría de aportarle nuevos agentes de perturbación al escenario, bajo los rótulos de FARC, EPL, ELN, M-19, Quintín Lame y otras organizaciones armadas cuyas luchas privilegiaban necesariamente la conquista de las zonas más vulnerables: campos y montañas del territorio, donde la ausencia del Estado ha sido, y sigue siéndolo, la constante histórica.

Vanos todos los discursos y los protocolos por alcanzar una paz elevada a las alturas de la utopía, por lo general los gobiernos pretendieron su conquista mediante el recurso de fusiles y tanques obsoletos encomendados a huestes campesinas impreparadas y hambrientas. Sin embargo, aún reforzada con millonarias inyecciones en dólares, como el Plan Colombia, hasta hoy la iniciativa ha sucumbido a la antigüedad y al mismo tiempo a la modernización de un enemigo parapetado de manera geoestratégica y fortalecido económica y militarmente por la industria más lucrativa del mundo: el narcotráfico.

Como si lo anterior no fuera lo suficientemente letal para una nación mayoritariamente rural, sumida en la desesperanza, la miseria y el olvido, a su vez el narcotráfico armó, consolidó y extendió sus tentáculos y su maquinaria bélica y criminal por vastas zonas del país, a partir de la semilla de las llamadas autodefensas, "los muchachos", como en tono eufemístico los denomina el Presidente actual, legalizadas en Antioquia durante su mandato como gobernador, bajo el más paradójico y perverso apelativo que pueda imaginarse: las "Convivir".

Con la fuente inagotable de recursos provenientes del tráfico de drogas, de la extorsión a las multinacionales del banano, el carbón y el petróleo, del secuestro, y ya sin ningún discurso político que ofrecer, la guerrilla más antigua del mundo ha desdeñado olímpicamente el clamor nacional e internacional en su contra, pues sus intereses particulares son probadamente los de consolidarse en el negocio. Con los mismos recursos y con métodos similares, el narcotráfico optó por una alternativa mucho más ambiciosa, más sutil y más audaz: Acceder a la vida política.

Mientras la subversión tradicional arrasaba poblaciones enteras y secuestraba alcaldes y concejales de las más remotas zonas para imponer allí sus designios, el narcotráfico —que a punta de plomo y descuartizamientos con sierra eléctrica completó la masacre en grandes regiones— los involucraba a su proyecto, pero apuntaba mucho más lejos: a las gobernaciones, a las asambleas y al Congreso, y con ellas acceder a la primera magistratura. Dos décadas atrás, ya la cabeza visible de la mafia, Pablo Escobar, había hecho su arribo al poder legislativo al obtener en las urnas el favor de los más pobres de las comunas de Antioquia.

A efectos de su triunfo político, tan explicablemente dadivoso con la población más vulnerable, y a efectos de su imperio delincuencial, tan terriblemente criminal contra la sociedad, Escobar y toda una generación de capos famosos sucumbieron a la demencia del oro fácil, pero dejaron una nefasta herencia imposible de calcular y con ella a un país hipotecado a los intereses del tráfico de drogas, por donde se le mire, pero sobre todo en la cultura que sembraron: La cultura traqueta, extensiva a todas las capas de la sociedad y de la política.

A este propósito, resulta bien singular la percepción que los colombianos tienen sobre el pasado reciente del país, sacudido entre otros males mayores por el narcoterrorismo, y la coyuntura política actual. Esa franja intangible de la sociedad que entraña el concepto abstracto y de alguna manera tangible de "opinión pública", parece haber hecho, de manera inexplicable, un corte de cuentas entre las irreparables consecuencias que dejaron las acciones terroristas de los carteles de la droga y el momento actual, cuando el país se moviliza unidireccionalmente contra la delincuencia subversiva.

Para una mayoría, la perspectiva de un país en paz pasa por resolver "el conflicto armado", que a su manera de ver está exclusivamente en "las montañas de Colombia", y no en el conjunto y en la generalidad de los problemas derivados de la existencia de ejércitos al margen de la ley, cuales son la guerrilla y los paramilitares, que inclusive ya operan aliadamente. En este río revuelto, en que la primera víctima es la verdad de la Historia, las llamadas ONGs suelen agitar las banderas de los derechos humanos y otras reivindicaciones, pero al mismo tiempo dejan en evidencia su proclividad hacia la subversión. En contraposición, los postulados de la "Seguridad Democrática" del gobierno reconocen subjetivamente que los problemas de violencia y desplazamiento masivo y sus enormes secuelas son apenas producto de la acción guerrillera.

No obstante la presencia de millones de desplazados en busca de una moneda en los semáforos y en las esquinas de las principales ciudades, y lejos de los ruidos y de los escenarios de la violencia generada por unos y otros, es así como el celador, el lustrabotas, el taxista, el ama de casa, el universitario, el ejecutivo, el industrial, fortalecen con su consentimiento o con su indiferencia la popularidad del Jefe del Estado, porque en el fondo el discurso de la seguridad reivindica su mayor prioridad, inclusive por encima del frenético desplome en la calidad de vida.

Al ritmo, y al precio que sea, de una generación compulsiva por el boato, por los relojes Cartier, por burbujas blindadas como no las hay tantas en el tráfico automotor de Buenos Aires, Los Ángeles o Montercarlo, por la vida sibarita, por mujeres a lo "Guardianes de la Bahía", por bacanales y por mansiones al estilo Luis Miguel o Julio Iglesias, es Colombia un país donde el carnaval y los goles se celebran por igual con pocos o con muchos muertos.

Al menos según se deduce de la popularidad récord de su Presidente, es este un país convencido de que por haber vuelto los turistas a las carreteras —para lo cual, como en Afganistán, Bosnia, Irak o ahora en Osetia es necesario movilizar a las Fuerzas Armadas— no está al borde del abismo, sino del sueño americano...

lunes, 11 de agosto de 2008

Hechos y protagonistas de la crisis Rusia-Georgia

La escalada de tensión por Osetia del Sur
Los 30 españoles que viven en Georgia, a salvo
Los agujeros negros de la URSS
El eslabón más débil tras el fin de la URSS
Sarkozy anuncia el envío de su ministro de Exteriores para mediar entre georgianos y rusos
Georgia permanecerá en los Juegos Olímpicos pese a la guerra con Rusia

El polvorín de Osetia del Sur
Las tropas georgianas se retiran. El asedio ruso ha obligado a las tropas de Georgia a retirarse de la capital de Osetia del Sur. Tbilisi y Moscú han confirmado la retirada.- EFE
El polvorín de Osetia del Sur - Las tropas georgianas se retiran
El polvorín de Osetia del Sur - Ciudades desoladas
El polvorín de Osetia del Sur - Mujeres desplazadas por la guerra
El polvorín de Osetia del Sur - Tragedia
El polvorín de Osetia del Sur - Estado de guerra
El polvorín de Osetia del Sur - Centenares de heridos
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Otras fotografías 1 de 17










VLADÍMIR VLADIMÍROVICH PUTIN
A FONDO
Nacimiento: 07-10-1952
Lugar: San Petersburgo









MIJAIL SAAKASHVILI
A FONDO
Nacimiento: 1968
Lugar: Tiflis








Dimitri Medvédev
A FONDO
Nacimiento: 14-09-1965
Lugar: Leningrado
La noticia en otros webs
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Crisis Rusia vs. Georgia

El Consejo de Seguridad renuncia a pedir el alto el fuego en Osetia del Sur por falta de consenso. Putin insta al Gobierno de Tbilisi a poner fin a "la agresión" sobre la región caucásica.
- El presidente georgiano declara el estado de guerra.- El Consejo de Seguridad de la ONU celebra su tercera reunión en menos de 48 horas para tratar de frenar el conflicto.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha renunciado este sábado 10 de agosto de 2008, en la tercera reunión que celebraba en menos de 48 horas, a la posibilidad de emitir un llamamiento conjunto al alto el fuego en Georgia por falta de consenso y ha alertado de la extensión del conflicto fuera de Osetia del Sur. "Lamentablemente, mi conclusión es que va a ser muy difícil, si no imposible, encontrar puntos de coincidencia suficientes para elaborar una declaración conjunta", explicó el presidente de turno del Consejo de Seguridad de la ONU, el embajador belga Jan Grauls, tras la reunión del Consejo.

Y es que la situación entre Rusia y Georgia empeora según pasan las horas. Este sábado, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, en una intervención televisiva desde la vecina Osetia del Norte, ha instado a las "autoridades de Georgia a que parecen inmediatamente la agresión contra Osetia del Sur, que paren todas las violaciones de los acuerdos de cese al fuego y que respete los derechos legales y los intereses de otra gente" y ha asegurado que "desde el punto de vista legal, la acción de Rusia es totalmente legítima".

El primer ministro ruso se ha desplazado a Osetia del Norte enclave vecino a la que se ha desplazado para tratar de primera mano el conflicto con Georgia, así como gestionar la huida de los refugiados surosetos que han abandonado la región. Para Putin, "la aspiración de Georgia para unirse a la OTAN está conducida por sus intentos de arrastrar a otras naciones y pueblos en sus sanguinarias aventuras".

La batalla por tomar el control de la ciudad más importante del enclave secesionista se intensificó durante la pasada madrugada con enfrentamientos que, según oficiales rusos, se ha cobrado la vida de más de 2.000 personas, tras los "cientos de muertos" que reconoció ayer el presidente de facto de Osetia del Sur, Eduard Kokoity. Desde Georgia se ha rechazado de pleno el balance de muertos ofrecido por rusos y separatistas osetos, y ha contraatacado asegurando que la cifra de muertos georgianos se eleva a los 150.

Horas antes, el presidente georgiano, Mijail Saakashvili, declaró el "estado de guerra" en el país después de confirmar que ha pedido al Parlamento, donde su partido cuenta con mayoría, que declare hoy mismo la ley marcial para "hacer frente a la agresión militar rusa" en su territorio. La aplicación urgente de una norma que suele aplicarse en situaciones de guerra o rebelión y que otorga facultades extraordinarias a las Fuerzas Armadas para el resguardo del orden público muestra que Tbilisi no se ha intimidado ante la ofensiva rusa. El mandatario georgiano tiene previsto hablar hoy con su homólogo estadounidense, George W. Bush, del que espera sacar un compromiso formal en el conflicto con Rusia así como ayuda para facilitar la vuelta de sus soldados desde Irak.

Rusia tampoco tiene previsto recular. Su presidente, Dimitri Medvédev, ha hablado por teléfono con su homólogo estadounidense, George W. Bush, al que ha comunicado en primera persona que la única salida a la crisis actual es la retirada de las fuerzas de Tbilisi. Medvédev había calificado la situación en la región prorrusa de "catástrofe humanitaria" ante los miles de civiles que están padeciendo la ofensiva georgiana.

Según las autoridades rusas, Moscú ha iniciado una gran evacuación de unos 30.000 civiles en Tsjinvali. Medvédev ha justificado la acción de las tropas rusas en Osetia en la necesidad de "imponer la paz a la parte georgiana" y ha cargado contra Ucrania, otra república ex soviética como Georgia, a la que acusa de apoyar "el genocidio" de Osetia del Sur tras el envío de tropas para respaldar a Tbilisi.

Nueva reunión del Consejo de Seguridad

Una delegación de la Unión Europea (UE), la OSCE y EE UU viaja en estos momentos a Georgia para intentar mediar en un alto el fuego que ponga fin a los combates entre los Ejércitos ruso y georgiano en Osetia del Sur, dijo hoy el ministro británico de Defensa, Des Browne, en declaraciones a Sky News. Previamente se había informado de que funcionarios de la OTAN viajarían en esta delegación, extremo desmentido por la organización.

Por su parte, el ministro británico de Exteriores, David Miliband, está en conversaciones con sus colegas de Europa y Estados Unidos para analizar "cómo detener la propagación de la violencia, asegurar un alto el fuego e impulsar las negociaciones", ha indicado en un comunicado.
Francia, que ostenta este semestre la presidencia de la UE,
ha anunciado esta tarde el envío "cuanto antes" de su ministro de Exteriores, Bernard Kouchner .

En un comunicado emitido por el Elíseo, Francia llama al fin de las hostilidades y a la vuelta del statu quo anterior.

Fuentes europeas han confirmado que el representante de Exteriores de la Unión (UE), Javier Solana, ha intensificado el contacto con el presidente ucranio, Viktor Iouchtchenko, y el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, con el objetivo de mediar en el conflicto ruso-georgiano ante la escalada de violencia de los dos últimos días.

Abjazia ataca poblados georgianos

Después de la ofensiva de Tbilisi, la caja de Pandora se ha abierto en el Cáucaso. Las tropas de la también separatista Abjazia han decidido mover su ficha por cuenta propia y han lanzando una ofensiva para apoderarse del desfiladero de Kodori, habitado por georgianos y fiel al Gobierno de Georgia.

El presidente del régimen separatista abjazo, Serguéi Bagapsh, ha anunciado que los aviones que atacaron los poblados georgianos en el desfiladero pertenecen a su región. Según datos oficiales, hasta hace poco los separatistas abjazos solo disponían de unos cuantos aviones de entrenamiento de fabricación checa, armados con ametralladoras y bombas de fabricación casera. A lo largo de toda la guerra de secesión en Abjazia, de 1992 a 1995, las fuerzas abjazas, apoyadas por la aviación y unidades regulares rusas, no lograron vencer la resistencia de los montañeses de Kodori.

Rusia y Abjazia acusan a Georgia de desplegar tropas en el desfiladero que, según ellos, supone una violación de los acuerdos de desmilitarización de las zonas colindantes, alcanzado en 1995.

El otro Tíbet

El peor atentado en una década recordó que para el gobierno chino la mayor amenaza a los Olímpicos la constituye otra perseguida minoría étnica: los uigures. ¿Quiénes son?

La semana de la esperada ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, el atentado que acabó con la vida de 16 policías, cuando dos hombres atacaron en un camión un puesto de control en Asia central, aumentó las alertas de seguridad en la cita orbital. Fue el incidente más sangriento en una década. Según el Partido Comunista, estos juegos enfrentan la mayor amenaza terrorista de la historia y, aunque el incidente del lunes ocurrió a unos 4.000 kilómetros de Beijing, en la provincia de Xinjiang, varios funcionarios han dicho que el terrorismo de los separatistas uigures en esa región es su principal amenaza.

El gobierno chino no ha ahorrado recursos para blindar los Olímpicos, su gran vitrina para exhibir al mundo su promovido "ascenso pacífico" como potencia planetaria: ha movilizado unos 110.000 policías sólo en Beijing, instaló al menos 300.000 cámaras espías en la ciudad y ubicó misiles tierra-aire alrededor de los estadios. China considera que Xinjiang es su propio frente de la guerra contra el terrorismo. Y aunque el gobierno asegura que se trata de grupos islamistas de alcance internacional vinculados con Al Qaeda, muy pocos hablan de la causa de los uigures, una minoría étnica más desconocida, por ejemplo, que los tibetanos.

Los casi nueve millones de uigures son mayoría entre los 20 millones de habitantes de la región autónoma del Xinjiang Uigur, que se encuentra al noroeste de China y ocupa una sexta parte de su territorio (ver mapa). Las calles de Kashgar, Urumqi o Khotan, las principales ciudades, tienen a primera vista mucho más en común con Kabul, la capital de Afganistán, que con China, pues se trata de una comunidad musulmana de lengua túrquica, vinculada con Asia central, donde muchos resienten el dominio de Beijing, pues lo consideran imperialismo. Esa idea se sustenta en los breves períodos de independencia que han disfrutado en su historia reciente.

En 1933, los rebeldes crearon la República Islámica de Turkestán Oriental (también conocida como Uiguristán o Primera República de Turkestán). China recuperó el territorio al año siguiente. Pero en 1944 las fuerzas independentistas volvieron a declarar la independencia, y en esta ocasión bajo el auspicio de la Unión Soviética. Los uigures crearon entonces la Segunda República de Turkestán Oriental pero, con el ascenso de la República Popular, el gobierno de Beijing recuperó el control y declaró la región una provincia china en 1949.

Aunque estos episodios están prohibidos en la historia oficial, los uigures los conocen y muchos los recuerdan con añoranza. Por supuesto, para el Partido Comunista, Xinjiang ha sido, desde antes de Cristo, "parte inseparable la nación unitaria multiétnica china". Durante los años 90, tras el colapso de la Unión Soviética, que trajo la creación de nuevos países en Asia central, el nacionalismo uigur adquirió nuevo impulso. Los ataques de grupos separatistas se hicieron frecuentes, especialmente del Movimiento Islámico de Turkestán Oriental (Etim, por su sigla en inglés), considerado terrorista por China, Estados Unidos y la ONU.

Beijing asegura que está ligado a Al Qaeda y, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, ha vinculado su búsqueda de terroristas y separatistas a la guerra contra el terrorismo.Y es que Xinjiang tiene un inmenso valor estratégico no sólo por su tamaño, sino también por su riqueza en minerales y petróleo, pero limita con algunos de los países más explosivos del mundo, como Pakistán y Afganistán.

Beijing teme esas porosas fronteras, pues en los 80 y 90 algunos independentistas uigures se entrenaron con los talibanes e incluso 22 terminaron presos en Guantánamo. A eso se suma que en los últimos meses, la prensa oficial ha reportado varios incidentes relacionados con el independentismo uigur, como el arresto de 82 sospechosos de querer sabotear los Olímpicos con actos terroristas, o la acusación de que una mujer quería hacer estallar un vuelo comercial. Sin embargo, para muchos analistas China exagera la amenaza terrorista para justificar la represión de los uigures y elimina la distinción entre actos violentos y disidencia pacífica.

Si el ataque del lunes, del que los dos responsables fueron arrestados, es el peor en una década, eso demuestra que no es un movimiento bien organizado. Muchos observadores, incluso, no ven claros los vínculos con el islamismo radical. La amenaza real es difícil de valorar. "Según Beijing, son una red muy fuerte conectada con Al Qaeda y hay numerosos grupos que representan una amenaza inminente y grave, pero nunca ha demostrado que sea así. Los informes chinos sobre el terreno no se corresponden con una realidad. Por ejemplo, es casi imposible encontrar militantes del Etim, ni siquiera en los países vecinos", dijo a SEMANA Nicolás de Pedro, experto en Asia central del observatorio de Política Exterior Española de la Fundación Alternativas.

La verdadera analogía de los uigures no sería con Al Qaeda, sino con el Tíbet. Aunque el Partido Comunista habla de una sociedad armoniosa y multiétnica, los conflictos étnicos en China se esconden bajo la alfombra. En 2005, Human Rigths Watch (HRW) denunció una aplastante campaña de represión contra los musulmanes uigur chinos en nombre del antiterrorismo. Según ese informe, el gobierno niega la libertad religiosa y por añadidura la libertad de asociación, asamblea y expresión a los uigures.

"La situación no difiere de la del Tíbet, donde el gobierno chino intenta remodelar una religión para controlar una minoría étnica", dijo en su momento Brad Adams, director para Asia de HRW. Como los tibetanos, los uigures son tratados como ciudadanos de segunda y temen convertirse en minoría en su propia tierra.Desde tiempos imperiales, el gobierno chino ha tratado de establecer en su periferia la etnia han, la mayoritaria, para integrar esas regiones al poder central. Y esa ha sido la política en Xinjiang. Beijing ha promovido la migración de los han, que pasaron del 6 al 41 por ciento en tres décadas. Y los han tienden a ser más ricos, lo que algunos observadores atribuyen a prácticas laborales discriminatorias, lo cual genera tensiones.

En 2006, por ejemplo, 800 de 840 puestos en el servicio público de la provincia fueron reservados para los han. El gobierno asegura que son políticas para incentivar el desarrollo económico, no el cambio étnico, pues es difícil encontrar gente preparada en la región. Según explica de Pedro, el gobierno trata de "significar Xinjiang, anular los uigures, asimilarlos o excluirlos del proceso de desarrollo".

A costa de un creciente descontento, Beijing ha consolidado su dominio, pero el conflicto está lejos de ser resuelto. Sin embargo, a diferencia del Tíbet, la causa uigur no es popular en el nivel internacional, por varias razones: para empezar, históricamente no han estado unidos y carecen de un líder carismático como el Dalai Lama. En general, se considera una causa musulmana y, por lo tanto, menos vendible, a la que no ayuda la etiqueta de terroristas. Y, por supuesto, todo el mundo quiere hacer negocios con China, el gran poder emergente.

Revista "Semana", agosto 9 de 2008.

"Yo, antiuribista"

Los colombianos que no apoyan al presidente Uribe parecen una especie en vía de extinción. Antes eran el 30 por ciento y ahora son el 10. ¿Cómo es la vida de un antiuribista?

En el costado derecho de la página web de la Presidencia de la República hay un calendario que día a día descuenta el tiempo que falta para terminar el mandato del presidente Uribe: "Trabajamos con sentido de urgencia, nos quedan 729 días", decía el viernes pasado. Lo que podría ser simplemente un detalle creativo que resalta el trabajo incansable del gobierno, para un grupo de colombianos tiene otro significado: los días que faltan para que acabe su 'tortura'. Se trata de los antiuribistas. Ese reducido porcentaje que marcan las encuestas, que son los críticos del presidente Álvaro Uribe y que no creen en las bondades de sus políticas o de cada uno de sus actos y oraciones.

Esta especie de colombianos en vía de extinción (antes el 30 por ciento, y ahora, el 10 por ciento) están desperdigados en todos los sectores sociales y las actividades económicas. Los hay entre los más pobres, en particular a los que no les ha llegado nada, hasta los más ricos, a los que les ha llegado tanto, que se avergüenzan. Unos, intelectuales y académicos que se pellizcan incrédulos para comprobar que realmente les está tocando vivir esto; y también existen los que en solitario se enferman con Uribe y se tapan los ojos para no oler, ni ver, ni oír porque nada pueden hacer. Sin contar con los que están en la oposición política, que es un tipo de antiuribismo más frentero y llevadero.

Conscientes de su distancia con las masas, los antiuribistas tienen una vida amarga. Levantarse por las mañanas es empezar a vivir la pesadilla. Uribe en la radio, Uribe en la prensa, Uribe en Internet. Uribe y uribistas por todas partes y para siempre, como una cadena perpetua. Pero ¿por qué puede llegar a ser tan difícil pensar distinto en un país democrático, libre y en pleno siglo XXI? Pocos se lanzan a dar la respuesta libremente y con la frente en alto.

Por lo menos ocho de las personas entrevistadas para este artículo manifestaron su antiuribismo total, pero al tiempo se negaron a ser citados con nombre y apellido. Un consultor de temas económicos internacionales, un gerente de una empresa de comunicaciones y lobby; un contratista de obras civiles del Estado; un sacerdote y académico; una funcionaria del Estado y hasta un caricaturista. Ninguno quiso "meterse en problemas" por contar cómo son su vida y su trabajo en el país de las mayorías uribistas. La razón para ocultar su identidad es en esencia la misma: todos tienen un jefe, un cliente, un amigo o una familia que puede tomar mal el hecho de aparecer en una revista confesando públicamente su antiuribismo.

En otros casos la prevención está ligada a temor por su seguridad: creen que al declararse 'anti', cualquier fanático podría atacarlos."Es que la seguridad democrática va contra la democracia", dice Guillermo Hoyos, director del Instituto Pensar de la Universidad Javeriana. Él, que es un antiuribista que habla sin tapujos y con foto, está convencido de que lo más complicado del Presidente es que desactivó el compromiso civil de poder opinar lo que se quiere: "Uribe desmovilizó el 100 por ciento del sentido ciudadano de la participación democrática, que es el sentido de la diferencia".

Hoyos, filósofo y especialista en temas de ética política, dedica buena parte de su tiempo a analizar las actuaciones del Presidente de las que informan los medios, y ahí le nace otra preocupación. "Los medios no se cansan de seguirlo y de lisonjearlo y de ensalzarlo. De lo que no se dan cuenta es de que una democracia no necesita héroes, necesita el bien común y el Estado de derecho". El antiuribista se reconoce como minoría y como tal actúa y organiza la cotidianidad de su vida. Algunos llegaron a acuerdos con su familiares para evitar el tema en las conversaciones de la casa. El gerente de una multinacional de comunicaciones, por ejemplo, dejó de hablar como lo hacía con sus padres y sus hermanos porque ellos se desviven por el Presidente. Esto lo llevó a refugiarse en ambientes más acordes con su apasionado antiuribismo y desde la reelección tiene un grupo de amigos con quienes revisan los temas que les ratifican sus teorías sobre el gobierno.

"En el 90 por ciento de los casos he dado en el clavo, este gobierno tiene un discurso para cada cosa y lo utiliza a su antojo; siempre con una frase bonita y siempre para esconder una mentira o para tapar otra; lo que más me duele es que sean los más pobres, que son los más engañados, los que más lo quieren", asegura con vehemencia. De nuevo insiste en que no puede aparecer porque ya ha perdido muchos clientes por ser un antiuribista de raca mandaca.

José Fernando Isaza ha sido catalogado como uno de los cerebros más brillantes del país. Hoy está en la rectoría de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Es uno de los antiuribistas reconocidos, que desde el primer gobierno de Uribe empezó a hacer sus críticas en columnas de prensa. Isaza se sorprende a sí mismo cuando reconoce que tiene miedo. "No me da vergüenza decir que tengo miedo", repite, como cayendo en cuenta de la profundidad de su frase. "El fanatismo es lo peor".Ese miedo está sustentado en lo que para él representa este gobierno: la militarización de la sociedad, la descalificación de las voces que ponen el dedo en la llaga, el señalamiento de terrorista al que plantee el camino del diálogo. Isaza dice que hay que decirlo así: existe un odio por los que quieren mirar otro matiz de la realidad nacional. Siente ese odio en el nivel personal, y su familia vive una gran preocupación por él y por su integridad. "Es un asunto serio, más de lo que usted se imagina", sentencia.

Otra cara es la del antiuribismo en la política, del que es un buen ejemplo la senadora Cecilia López. Para la ex ministra, vivir en la oposición es un estímulo intelectual y en eso ha convertido este momento de su vida: más estudio, más lectura, más análisis. "Es mejor ejercer el antiuribismo desde la política quee desde la sociedad civil. Aquí uno tiene como defenderse, pero afuera, ¿uno que puede hacer?".

Lo que sí es igual en ambos escenarios, el público y el privado, es el sufrimiento de su hija, quien le administra su página en Internet. "Para ella es muy difícil, vive en Estados Unidos y desde allá lee los insultos de los foros, las amenazas que me hacen las Águilas Negras, y todo lo que dicen de mí, por ser una opositora del gobierno; ella no ha podido manejarlo". La distancia de esta senadora con el gobierno radica en la política social, el tratamiento de los temas del agro y los desplazados. Y pese a que dice que algunos ministros la escuchan, en su vida personal las cosas han cambiado. "No voy a nada social, es muy agresivo el ambiente en todas partes y son diálogos de sordos, la gente no oye, no respeta, sólo dicen que están felices porque ya pueden ir a Anapoima".

Cuando el Presidente cumple seis años en el poder y tiene todavía tantos números a su favor, para los antiuribistas el camino aún es más largo. Los 729 días que marca el calendario para el 7 de agosto de 2010 no son pocos para ellos. Y como desconfían tanto de cada acto del gobernante, creen que ese calendario está ahí para despistar a los que aún no creen que se lanza para otro período. Algunos tienen la decisión tomada de salir del país en caso de que eso suceda: "Cuatro años más de desgaste personal para nada, no quiero vivirlos", asegura uno de los 'anti' que no puede dar su nombre. Otros, por el contrario, están dispuestos a dar la pelea hasta el final para demostrar que tenían razón. "Yo me quedo porque pronto se verá que Uribe va dejar el país acabado, con la ética por el suelo, con los bandidos en el poder y más pobre que nunca".Lo cierto es que el antiuribismo existe, no sólo en las posturas ideológicas con las que siempre se identifica, sino que es muy variado en sus orígenes, sabores y colores. Y sí piensan así y esto es una democracia, están en todo su derecho.

Revista Semana, agosto 9/2008.

La gilitud nacional

Colombia tiene al mejor policía del mundo, la democracia más antigua de América, el segundo himno más bello después de la Marsellesa, el mayor potencial hídrico del planeta o que sus habitantes hablan el español más castizo, son algunas de las falacias más populares y más arraigadas en la convicción colectiva, y con las cuales han crecido, orgullosas, varias generaciones de colombianos.

Con semejantes delirios de grandeza, no resulta extraño ver una lluvia de plomo originada por colombianos en algún antro de Barcelona, Buenos Aires o Nueva York, todo porque algún interlocutor de ocasión tuvo la osadía de controvertir aquellos u otros superlativos que inflaman un infundado concepto de nacionalismo, y que han hecho carrera a través de los tiempos.

"¡Jueputas, no hay nada como la cumbia!", es usual escuchar de un tambaleante individuo que sin pausa ha bebido dos o tres botellas, y que, prevalido de su revólver, amenaza con volarle los sesos al primero que lo ponga en duda o que argumente lo contrario.


(Sin terminar)

viernes, 1 de agosto de 2008