jueves, 31 de julio de 2008

República de Nauru

La República de Nauru (en nauruano, Ripublik Naoero; en inglés, Republic of Nauru), es un estado de Micronesia, situado en el Océano Pacífico central, que comprende una sola isla justo al sur de la línea del Ecuador. Limita al norte con los Estados Federados de Micronesia, al este con Kiribati, al sur con las Islas Salomón y al oeste con Papúa Nueva Guinea. A 4.000 km al suroeste se encuentra Australia. Es un atolón de forma oval, elevado, escarpado en su orilla marina y con arenosas playas intercaladas con montículos coralinos en su orilla interior, y con una superficie de 21 km².
Gran parte de su prosperidad se debió a la explotación de los depósitos de
fosfato que se encuentran en la isla y cuyo origen es disputado: podrían ser depósitos de guano acumulados durante miles de años o podrían ser de origen marino. El fosfato se utiliza como fertilizante y la mayoría del producido en la isla es exportado hacia Australia. Con la cercana extinción de las reservas de fosfato, Nauru hace frente a un futuro económico poco claro y bastante incierto. Parte de la riqueza obtenida con la explotación de este recurso fue colocada como fideicomiso para el futuro. Tras haber acumulado hasta 2.000 millones de dólares estadounidenses, la mala calidad de las inversiones escogidas y su utilización para completar presupuestos deficitarios año tras año ha hecho mermar los ahorros y en 2004 el restante fue vendido para cancelar su deuda externa. Actualmente en Nauru se encuentra un centro de detención de refugiados, bajo el control de Australia.

miércoles, 23 de julio de 2008

El aburrimiento del periodismo de Internet

Sí, ya sabemos que el periodismo como se hacía está en crisis total y que Internet es el futuro que ya llegó, sabemos que el periodismo digital es lo que hay que hacer, pero no se sabe cómo. El periodismo de Internet se ha convertido en el único periodismo que se puede hacer porque la radio, la tele y la prensa imitan a Internet. El resultado: el periodismo actual aburre, nada imagina, poco sirve para la vida cotidiana y está mal escrito.Las cosas que sabemos del periodismo actual De tanto oír a los investigadores, a los expertos en realidad, a los periodistas viajeros, a las frases fáciles de mercadeo, uno terminó convencido de ciertas verdades irrefutables sobre el periodismo en los tiempos de Internet. Uno sabe, por ejemplo, que los medios periodísticos habitan una crisis de credibilidad, legitimidad y narración y que por eso la gente prefiere la ficción y el entretenimiento al estar informados. Uno sabe que cada vez más los medios de información importan menos, que los jóvenes no leen, que las telenovelas duplican en rating a los informativos, que los periódicos descienden en ventas; menos mal que los políticos y gobernantes leen la prensa.Uno sabe que la revolución se llama los medios digitales y las comunidades virtuales y que el periodista, en todas estas, viene sobrando porque se piensa “on line”; se vive en la egoteca de la propia opinión llamada blog y se celebran las nuevas comunidades juntadas por la tecnología a lo facebook. Uno sabe que hoy no es necesario saber escribir porque todo es conectivo, sólo bastan los fragmentos y los links y listo: habemus información. Así, el lenguaje debe ser el de las audiencias, el pensar es el de la gente, los temas son on demand. Si todo esto que uno sabe es cierto, no se necesitan periodistas intérpretes, ni escritores, ni mediadores; se requiere con urgencia periodistas que sepan manejar todas las tecnologías y la convergencia digital.La paradoja está en que los gurúes concluyen que el asunto para el éxito del periodismo no es nada de lo de mencionado arriba, sino todo lo contrario, eso que viene del viejo periodismo: los contenidos. ¿Será cierto?
No, los contenidos no importan. Si el contenido importara, no habría que pensar “on line”, ni trabajar “on demand”, ni saber de todas las tecnologías, ni abusar del “yoísmo”, ni de nada de lo mencionado. Si el contenido importara habría buenas y únicas historias, cada medio buscaría tener una agenda propia, se intentaría el escurridizo punto de vista diferente para ofrecer nuevos marcos interpretativos, de seguro se le encontraría poesía al mundo de la vida, por supuesto se escribiría con cuidado y emoción y cada periodista dejaría de ser masa para buscar su propio estilo.Pero no, lo que los weblólogos llaman contenido no es contenido. El contenido no es eso que uno conocía como ideas, reflexiones, historias, personajes, agendas. No, contenidos en los medios digitales son formatos, secciones, comunidades, interactividades, fragmentos. Los contenidos han devenido lo superfluo, los modos de seducir a los perdidos navegadores de la red. El artificio ha triunfado, la nada ha llegado a ser todo el contenido posible. El resultado: un periodismo escrito, audiovisual y radial aburrido. Y un periodismo digital confuso y caótico. La calidad periodística se ha reducido. Se escribe mal, se fotografía peor, se narra perverso, el video ilustra o registra; la responsabilidad ética desaparece; la publicidad intrusiva abunda. Todo se puede, nada se comunica.Las cosas del periodismo del futuro Menos mal, ante toda avalancha de moda siempre hay resistencias y cada vez existen más periodistas contestatarios (¡más periodistas que medios!) que no se contentan con esas fórmulas de mercadotecnia digital. Y estos periodistas están avizorando que la cosa es por otro periodismo, uno que usando las tecnologías se parece más al viejo y uno más cercano a la emoción, porque puede narrar bien en diversos formatos. Esos periodistas atrevidos enfatizan que el periodismo es, desde siempre, una máquina de contar historias; que generar punto de vista y criterio para comprender el mundo de la vida es lo que requerimos; que no hay que fragmentar por devoción, sino usar cada dispositivo narrativo (fotos, videos, audios, palabras, diseño) para ganar en historias; que no porque la pantalla tenga más es mejor.El periodismo digital y el escrito y el radial y el televisivo y el comunitario debe comprender que el asunto no es de mercadeo, ni de tecnologías, ni de contenidos, sino de narración. El periodismo debe seguir siendo la fuente de la conversación colectiva para la minoría que quiere saber del mundo. Para los demás están las comunidades de mercadeo de la llamados Facebook, MySpace, Hi-Fi, Second Life.

Por Omar Rincón, Docente e investigador de las universidades de los Andes y Javeriana (Colombia).

Revista Semana. Julio 23 de 2008.

Pussycat Dolls