En su versión digital, el diario español El Mundo cuenta que mediante distintas pruebas, que incluyen colillas de cigarro olvidadas, servilletas de papel o sellos de cartas desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders dieron con el paradero de 39 parientes de Hitler.
"Tres bisnietos del padre de Hitler, Alois, aún se esconden en Long Island (Nueva York, EEUU) bajo el apellido falso Stuart-Houston. Louis y Brian comparten una casita de madera en East Patchogue, donde trabajan como jardineros, mientras que Alexander es un psicólogo retirado que ayudaba a los veteranos de otra guerra, la de Vietnam, y vive en East Northport, a pocos kilómetros.
Howard, el cuarto hermano, era agente de la policía de Nueva York y murió en 1989, estando de servicio. No se conocen más fotos de ellos que las que se hicieron en los años 70 para la orla del instituto, no se relacionan con nadie, ni siquiera los vecinos los conocen. No responden si alguien llama a la puerta y evitan cualquier confrontación con su pasado", describe el artículo.
"Se han puesto de acuerdo en no tener hijos para extinguir la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo, pero han prometido publicar un libro antes de morir", relata Mulders, de 41 años.
El reportero del periódico belga Het Laatste Nieuws y de la revista Knack consiguió robar a los Stuart-Houston una muestra de ADN. Lo hizo con la ayuda de Marc Vermeeren, 51 años, historiador y genealogista ´amateur´ obsesionado con Hitler, quien amontona en su estudio más de 500 biografías del dictador y 20.000 documentos, entre ellos su partida de nacimiento.
El código genético del dictador y todas las muestras de ADN de sus familiares descansan guardados en un banco.
La versión de El Mundo
Un funcionario de aduanas y un periodista han logrado descifrar en Bélgica el ADN de Adolf Hitler, un secreto nunca antes revelado que ahora permite identificar genéticamente a cualquier familiar del dictador alemán.
Desenmarañando su árbol genealógico, analizando colillas de cigarro olvidadas en un pueblecito de la Baja Austria, una servilleta de papel usada en un fast food de Nueva York o los sellos de cartas enviadas hace más de 30 años desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders ya han dado con 39 parientes del Führer vivos.
Tres bisnietos del padre de Hitler, Alois, aún se esconden en Long Island (Nueva York, EEUU) bajo el apellido falso Stuart-Houston. Louis y Brian comparten una casita de madera en East Patchogue, donde trabajan como jardineros, mientras que Alexander es un psicólogo retirado que ayudaba a los veteranos de otra guerra, la de Vietnam, y vive en East Northport, a pocos kilómetros. Howard, el cuarto hermano, era agente de la policía de Nueva York y murió en 1989, estando de servicio. No se conocen más fotos de ellos que las que se hicieron en los años 70 para la orla del instituto, no se relacionan con nadie, ni siquiera los vecinos los conocen. No responden si alguien llama a la puerta y evitan cualquier confrontación con su pasado.
"Se han puesto de acuerdo en no tener hijos para extinguir la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo, pero han prometido publicar un libro antes de morir", relata Mulders, de 41 años. Este reportero del periódico belga 'Het Laatste Nieuws' y de la revista Knack ha conseguido robar a los Stuart-Houston una muestra de ADN. Lo hizo con la ayuda de Marc Vermeeren, 51 años, historiador y genealogista 'amateur' obsesionado con Hitler, quien amontona en su estudio más de 500 biografías del dictador y 20.000 documentos, entre ellos su partida de nacimiento.
Recogieron el ADN en una servilleta
Los dos 'cazahitlers' tuvieron que esperar siete días y siete noches bajo una tormenta de nieve y la mirada amenazante de los vecinos, hartos de ver a curiosos merodeando por el barrio, para que el hermano mayor, de 60 años, abandonara por fin su escondite, hambriento. Alexander A. Stuart-Houston ("¿A. de Adolf?", se pregunta Mulders) condujo hasta un restaurante 'drive in', de esos donde se come sin salir del coche. Pidió unas alitas de pollo y las ingirió al volante. Se limpió con una servilleta de papel y la arrojó a la carretera. "Y allí estábamos nosotros, con unos guantes de látex, unas pinzas y una bolsa de plástico, recogiendo la servilleta asquerosa, con sus labios marcados en grasa de pollo".
Ahora, el código genético del sanguinario dictador y todas las muestras de ADN de sus familiares vivos están en la cámara acorazada de un banco, así que Hitler, de alguna forma, ha regresado al búnker.
En la Baja Austria, en cambio, los Hitler no se han complicado tanto y han intentado borrar su pasado maquillando sólo un par de letras de su nombre, hasta llamarse Hüttler y quedar décadas camuflados entre los centenares de Hietlers, Hiedlers, Hütlers o Hüetlers que llenan los listines telefónicos.
Pero Vermeeren lleva años peregrinando a las granjas de la familia del Führer en Spital y Walterschlag y se sabe de memoria todos los archivos parroquiales sin que se le escape ninguna partida de nacimiento ni acta de defunción. Incluso tiene un documento del año 1457 que ya sitúa en la zona a los entonces Hytler.
"Todos los Hüttler que viven en la región del Waldviertel son descendientes lejanos de Hitler, aunque muchos ni siquiera lo saben. Los hombres comparten su mismo cromosoma Y. No importa que hayan pasado cien o mil años, nunca se pierde", advierte. La clave de su investigación es seguir el rastro genético de dicho cromosoma, el único que los varones heredan sólo por vía paterna, así se puede saber con precisión si dos hombres pertenecen a un mismo linaje.
Dudas sobre la muerte del Führer
NEW HAVEN, EE.UU., septiembre 29 de 2009 (AFP). -- Un estudio revela que el cráneo de Adolfo Hitler es en realidad de una mujer, con lo cual reviven las dudas sobre la forma de su muerte, sobre la cual los historiadores han indicado hasta ahora que fue por sucidio con arma de fuego.
El fragmento, con un agujero de bala, fue usado para sustentar la teoría del suicidio del dictador.
Según esa hipótesis, Hitler tomó cianuro y se disparó en Berlín cuando las tropas soviéticas se acercaban, en 1945.
Las dudas sobre cómo se sucedieron los acontecimientos -e incluso las especulaciones de que Hitler pudo haber escapado- han persistido durante décadas.
Los debates volvieron más importante el fragmento, que fue exhibido por primera vez en el Archivo Federal de Moscú en 2000, como un trofeo de guerra único que enorgullecía a los rusos.
Además del cráneo, las tropas soviéticas indicaron que habían exhumado la mandíbula de Hitler y que la identidad del hueso había sido confirmada mediante sus asistentes dentales.
Ahora, profesores de la Universidad de Connecticut afirman que los estudios muestran que el cráneo pertenecía a una mujer, probablemente de entre 20 y 40 años.
El arquólogo y especialista en huesos Nick Bellantoni indicó que sospechó de inmediato que el hueso pertenecía a una mujer debido a su estructura. Y su colega Linda Strausbaugh, directora del centro de genética aplicada de la universidad, aceptó realizar un análisis de ADN si conseguían una buena muestra.
Fue así que Bellantoni viajó a Moscú, donde se le permitió obtener una muestra de ADN, y a fines de mayo el equipo comenzó a trabajar en el laboratorio de la universidad en Storrs, Connecticut (noreste).
Inicialmente temieron que el estado del cráneo les impediría obtener resultados. "Lo que nos expusieron fue la parte que estaba carbonizada. El fuego es uno de los grandes enemigos para obtener evidencia de ADN", dijo Strausbaugh.
El cráneo había sido almacenado a temperatura ambiente, lo que también dañó el ADN. Pero el interior del fragmento no estaba quemado y "las cantidades que obtuvimos estaban dentro de la gama que deben tener las muestras de ADN", explicó.
El resultado fue sorprendente. "Lo que el ADN nos dijo es que era una mujer", relató Strausbaugh. La revelación es divulgada en un nuevo documental divulgado por el canal 'History Channel' y titulado 'El escape de Hitler', que relanza la idea de que el líder nazi podría haber escapado de Berlín.
Strausbaugh aclara que sus análisis no prueban nada sobre la suerte de Hitler, sólo que el cráneo atribuido al perteneció a otra persona.
Según el historiador sobre el Holocausto, Christopher Browning, profesor de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, los resultados de los análisis no cambian el consenso de que Hitler murió en su búnker. Los historiadores no se basan solo en el relato de las tropas soviéticas, indicó.
También hay investigaciones de ese periodo, incluida una realizada por oficiales de inteligencia británicos, que recolectaron evidencia de testigos sobre los cadáveres de Hitler y su amante Eva Braun.
"Nada de eso depende de la presunta validez de un cuerpo o cráneo en posesión de los rusos", dijo Browning. "Cuando 'History Channel' dice que esto pone en duda todo lo que sabemos desde 1945, es falso". Los soviéticos han indicado que movieron varias veces los restos atribuidos a Hitler, Braun o su ministro de propaganda Joseph Goebbels y su esposa e hijos, recordó Brown.
"El problema con muchas de estas muestra es que no han sido archivadas, no fueron guardadas en forma correcta", indicó por su parte Strausbaugh.
Si se obtuvieran más muestras de ADN de miembros de la familia de quienes murieron en el búnker, las reliquias podrían contar su historia. Pero por ahora, la identidad del cráneo en los archivos de Moscú es un enigma, aseguró Strausbaugh.
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