lunes, 7 de septiembre de 2009

Los parientes pobres de Jackie Kennedy Onassis

Una madre y su hija que, durante años, vivieron aisladas en una casona de los exclusivos Hamptons –al este de Long Island en el estado de Nueva York–, rodeadas de desechos y pobreza. Sería una triste historia más si no se tratara de Edith Bouvier (Edith Grande) y Edith Bouvier Beale (Edie), tía y prima de Jacqueline (Jackie) Bouvier Kennedy, una de las mujeres más glamorosas y ricas del planeta.

Edith, hermana menor de Jack Bouvier (padre de Jackie), se casó joven con el abogado Phelan Beale y tuvo tres hijos: Edie, Phelan y Buddy, con quienes pasaba gran parte del tiempo en East Hampton, balneario-refugio de la alta sociedad.

“Somos descendientes de los reyes franceses”, solía decir Edie. “Pero no eran aristócratas, eso era pura pose –dijo Truman Capote–. El abuelo de Jackie, John Vernou Bouvier, inventó una fantasía acerca de la genealogía familiar”. Escribe David Heymann en su libro A Woman Named Jackie: “Edith cayó en varias excentricidades. Era una cantante de ópera frustrada que gastó fortunas para entrenar su voz. Se separó de Phelan involucrándose en romances con distintos profesores de canto”.

A pesar de la diferencia de edad (Edie le llevaba 12 años a su legendaria prima), las Bouvier solían pasar mucho tiempo juntas. “Jackie quería mucho a tía Edith. Ella era un descanso para las presiones que sufría en su casa”, contó John H. Davis, primo y biógrafo familiar. Sin embargo, el destino les deparó caminos distintos. La hermosa Edie estuvo a punto de casarse con Joe Jr. (hermano mayor de John F. Kennedy y auténtico presidenciable), pero la muerte de él le cerró las puertas de la familia Kennedy y le abrió camino a su prima Jackie a la Casa Blanca. “Esa podría haber sido yo”, solía decir Edie.

Mejor lugar que el hogar

Una vez divorciada, la vida de Edith cayó en picada.“Transformó Grey Gardens en un salón literario, manteniendo a escritores, músicos y artistas. Solía vestirse con un estilo hippie bohemio, con pañuelos, robes y trajes de noche”, detalla Heymann. “Mi padre siempre pensó que Madre (sic) estaba loca porque era artista”, decía Edie. Edith logró que su hija –acomplejada por su alopecia– abandonara sus planes de estrellato en Nueva York (donde trabajaba de modelo y aspiraba a ser actriz) y volviera a East Hampton a cuidarla. Refugiadas en su mansión con una mensualidad mínima (herencia Bouvier), madre e hija vivieron confinadas, construyendo un enajenado mundo propio.

“Mi abuelo no confiaba en la habilidad de Madre con las finanzas, se gastaba el dinero como el agua”, explicó Buddy Beale. Sin más alimento que paté, helado y comida para gatos, las dos Edith se paseaban por las 28 habitaciones de Grey Gardens vestidas con lujosas prendas raídas por el tiempo y joyas que bien podrían haber pagado la calefacción y la electricidad que les faltaba. ¿El lugar? Hecho una ruina.

“Madre piensa que se ve artístico de ese modo”, decía Edie. Ermitañas. “Madre tiene miedo de todo el que se acerca a casa –repetía Edie mientras evitaban a sus ricos vecinos–. La gente no nos quiere, Madre siempre me lo dice”, repetía Edie. Ensimismada en su mundo de musicales y óperas, Edith disfrutaba la compañía de sus 12 gatos (llegó a tener 300). “Las ancianas dicen la verdad: no necesitás de hombres si tenés gatos”, decía Edie.

Sin embargo, en 1971 los vecinos del East Hampton se quejaron ante el Departamento de Salubridad, hartos del estado de la mansión. Alertados por el apellido ‘Bouvier’, la prensa publicó que Jackie Kennedy (casada entonces con el millonario Aristóteles Onassis) se desentendía de sus parientes pobres.“Jackie se dio cuenta de que tenía un problema de relaciones públicas en sus manos”, dijo Edie.

Presionada, la ex Primera Dama se hizo cargo de la situación.“Madre sabía cómo usar los medios. Igual, ese suceso fue un envío de Dios, una manera de hacer que la normalidad entrara en sus vidas”, afirmó Buddy Beale. Arreglar la casa no fue fácil. Hacía meses que no recogían la basura por falta de pago, eso explicaba el olor repugnante.“Cuando entré, no lo podía creer. Había pilas de basura, gatos, mapaches y bichos por doquier. Sacamos 1.000 bolsas de basura de ahí”, recuerda el abogado William Vanden Heuvel, que se horrorizó frente a agujeros en los techos, gatos enfermos y hasta uno muerto que encontraron en la habitación que ambas compartían para combatir el frío.

Onassis pagó por los arreglos y les mandó ropa. La historia oficial dice que Jackie intentó mudarlas, pero estas mujeres tenían carácter y pronto volvieron a las andadas –“al entrar, había excrementos de animales regados por el piso y los muebles”, describió Ben Bradlee, el siguiente dueño de la mansión–.

Absortas en su mundo, las Edith pasaban sus días bailando, cantando y haciendo collages con revistas y envoltorios Hermès. En 1972, el New York Times les dedicó un reporte, las describió como gente ‘de gusto poco convencional, quienes hace mucho tiempo le dieron la espalda a la opinión pública’. Un año después, los hermanos Albert y David Maysles las tentaron con un documental. Ellas aceptaron animadas por el placer de opacar a Jackie y a su hermana Lee (que se había casado con el príncipe polaco Stanisław Radziwill).

El filme mostró una relación enfermiza y simbiótica, un mix con reclamos, celos artísticos y paranoia. “Eran brillantes, ingeniosas. Totalmente locas, pero de una manera fabulosa”, describió el fotógrafo Peter Beard.

El mundo vio el estado calamitoso en que vivían (otra vez) las parientes de Jackie O. En 1977, Edith (82) se enfermó de neumonía y murió. Su entierro –con Jackie presente, paparazzi y una grabación con su voz– fue un show. “Mi madre estuvo en agonía por años. Onassis arregló la casa pero Jackie no hizo nada por nosotras –reclamó Edie–. Ella dejó que mi madre se muriera de hambre y se congelara”. Libre al fin, Edie vendió Grey Gardens. ¿Su deseo? Vivir en un clima más cálido.

“No quería que Jackie y Lee se quedaran con la casa, así que la vendí y ¡por una cifra muy baja!”, contó. “Jackie tenía 12 años menos que yo y, a pesar de que nunca le tuve celos, jamás me cayó bien”. Jacqueline se vengó reduciéndole el cheque que entonces enviaba mensualmente. Sin embargo, Edie (quien falleció sola en 2002, a los 84 años en Miami) envejeció fiel a su estilo. A los 60 años, debutó en las tablas de Nueva York con un show donde atacó a los Kennedy. Jackie lo hizo cancelar.

“La gente está veinte años atrasada o yo estoy cincuenta años adelantada, aún no decido cuál es la verdadera razón”, solía decir Edie.“Al cuidar de Madre, no tuve tiempo de comprar ropa así que uso lo que queda de la mía o la de Madre que aún queda en el ático”, respondía ante su peculiar vestuario. Si la elegancia de Jackie O. hizo historia, el estilo excéntrico de las dos Edith también logró lo suyo. Hoy su look se conoce como GG (Grey Gardens) y, además de inspirar editoriales en revistas como Harper’s Bazzar o Vogue, suma blogs y cientos de seguidores en Facebook.

El tiempo convirtió a Edie Bouvier Beale en ícono fashion por su visión al decorar con jaulas vacías, imponer los pañuelos de seda (su manera de combatir la alopecia), superponer prendas y hacer uso de un estilo vintage auténtico, vestigio de un pasado de esplendor. Su vida y la de su madre, siempre regidas por la independencia, la excentricidad y el arte inspiraron documentales, libros, obras de teatro e incluso un guión televisivo disputado por Renée Zellweger y ganado a pulso por Drew Barrymore y Jessica Lange.

Grey Gardens (que transmitirá la señal HBO Plus en septiembre) obtuvo 17 nominaciones a los Emmy y rescata el espíritu poco convencional que las hizo célebres, según su sobrina Eva Marie Beale: “Ellas no eran reclusas que se encerraron en su casa escondiéndose del mundo, sino que eran personas que tenían pasión, talento y una perspectiva increíble de la vida y de sus sueños”.

Yahoo! Mujer, septiembre 7 de 2009

1 comentario:

Marucha dijo...

Muy interesante esta historia,muchas gracias.