Los hechos trascendentales, la muerte de los famosos, las hazañas humanas son objeto de teorías conspirativas que buscan explicar lo inexplicable. Muchas surgen como mecanismos de defensa ante la fuerza del destino.
¿Qué tienen en común la muerte de Michael Jackson, la gripa AH1N1 y la conmemoración de los 40 años de la llegada del hombre a la Luna? Además del despliegue mediático que han generado en los últimos días, alrededor de estos tres grandes hechos se han tejido teorías conspirativas.
Sobre el 'Rey del Pop' se ha dicho que fue asesinado porque el cantante era más rentable muerto que vivo; de la gripa hay quienes afirman que se trata de un virus creado por Estados Unidos para desviar la atención de la crisis económica, y sobre el alunizaje revivieron viejas teorías que aseguran que todo fue un montaje de Hollywood. La idea de que un grupo de personas u organizaciones estén confabuladas para manipular un suceso y obtener grandes ganancias no es nada nueva. A lo largo de la historia de la humanidad, muchos han querido explicar hechos trascendentales mediante teorías conspirativas.
Para Karem Sternheimer, sicóloga de la Universidad de California, ellas surgen como "una creación de personas que se sienten desamparadas, que necesitan llenar un vacío y elaboran teorías basadas en su percepción de que hay un grupo que esconde algo", le dijo Sternheimer a Semana.
Para otros, como Fernando Uricoechea, doctor en sociología de la Universidad de California, las teorías conspirativas tienen carácter político y son generadas por grupos ideológicos extremos. Un ejemplo de ello es el asesinato del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, hecho que quizás ha generado la mayor cantidad de teorías conspirativas, no sólo por tratarse del asesinato político más famoso de la historia, sino porque la gran cantidad de investigaciones realizadas no ha logrado explicar las inconsistencias de la explicación oficial.
Sobre el tema de Kennedy se ha dicho que fue un complot entre organizaciones como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Policía secreta soviética (KGB) y el Sistema de Reserva Federal, y se menciona a los exiliados cubanos, a Richard Nixon y Lyndon B. Johnson como responsables de la muerte. "Se trata de hacer creer que las cosas no son como parecen, y que la explicación oficial de los hechos siempre es falsa. Los conspiradores piensan que los poderosos esconden gran parte de la información y por eso la mayoría de estas teorías asegura que hay un complot detrás de todo", le dijo a Semana Alasdir Spark, catedrático de la Universidad de Winchester, en Londres. Para él, estas teorías ofrecen explicaciones sencillas sobre fenómenos ambiguos, para buscar un culpable de los problemas.
"Las personas se sienten incómodas con la idea de que un gran evento, como la muerte de Kennedy o la de la princesa Diana, puede ser causado por una sola persona o por un accidente. Nos gusta la proporcionalidad entre el acontecimiento y las causas. El hecho de que un solo pistolero pueda matar al hombre más poderoso del mundo nos hace sentir que no tenemos el control", dijo a Semana Leman Patrick, profesor de sicología de University of London.
Para Fabián Sanabria, doctor en sociología, la mayoría de las teorías conspirativas se fundamenta "en el miedo al otro, y a lo que ese otro me pueda hacer. Existe una necesidad humana de tener un enemigo, y si no hay, lo inventamos". Ese temor, según Sanabria, lleva a las personas a no aceptar sucesos infortunados como la muerte de alguien. Esto podría explicar la reacción en todo el mundo con el fallecimiento de Michael Jackson. Su hermana, LaToya Jackson, aseguró que el cantante había sido asesinado por un grupo de allegados y socios para quedarse con su fortuna, y días después el padre del Michael expresó sus sospechas de la muerte. Aunque las autoridades aún estudian la causa de su fallecimiento, para Sanabria, "creemos que somos eternos y por eso nos cuesta aceptar que algo terminó. Es una muestra de debilidad, de inferioridad y de impotencia", dice. Quizá por eso la muerte de artistas famosos suele originar teorías, como el cuento de que Elvis Presley no está muerto y anda de incógnito viajando por el mundo.
Aunque hay teorías descabelladas como que una raza de lagartos alienígenas domina el mundo, otras se basan en estudios tan rigurosos que han puesto a tambalear las verdades oficiales. Sobre la llegada del hombre a la Luna, algunos científicos se han dedicado a demostrar la imposibilidad de que la bandera de Estados Unidos pudiera ondear ante la ausencia de aire. En el caso de los atentados a las Torres Gemelas, existen documentales periodísticos que aseguran que todo fue orquestado por el gobierno de George W. Bush para justificar su decisión de invadir Irak y que los ataques al Pentágono fueron hechos con misiles lanzados por el gobierno y no causados por un avión con terroristas. No obstante, Sanabria considera que en el fondo las teorías, aunque pueden ser muy elaboradas, acuden a lo afectivo para satisfacer emociones y el impacto sobre la población puede ser enorme.
Según Ted Goertzel, profesor de Rutgers University en Candem, Inglaterra, "la creencia en conspiraciones está relacionada con los niveles de desconfianza en el gobierno, paranoia, pesimismo y la situación económica de las personas". Además, algunos expertos consideran que estas teorías cumplen una función sicológica parecida a las supersticiones o las creencias religiosas que les ayuda a las personas a tener la sensación de que controlan su vida. Otro de los misterios de estas teorías tiene que ver con el origen. Algunos consideran que sus autores son personas o grupos con posiciones ideológicas fuertes, cuyo objetivo es perturbar al establecimiento para obtener el poder.
Para Alasdir Spark, los blogs y las redes sociales de Internet no sólo han facilitado una difusión inmediata, sino que permiten que un ciudadano del común elabore teorías a partir de rumores o malentendidos. Prueba de esa inmediatez fue el correo electrónico que circuló masivamente pocos días después de que apareció el virus AH1N1. En ese texto se decía que la gripa era el inicio de una guerra bacteriológica lanzada por Estados Unidos.Para el presidente de la Sociedad Colombiana de Sicología, Fernando Fergusson, quienes lanzan teorías de conspiración suelen buscar ganancias económicas de una u otra forma. Por eso explica que rara vez las autoridades o los implicados las refutan.
"Cuando uno desmiente, en el fondo le da apoyo a lo que se dijo. Sicológicamente es una negación con un efecto positivo, y en el caso de las teorías esto produce mayor mercado que se potencia cuando la gente sigue hablando del tema. Por eso es mejor quedarse callado. Cuando esto pasa, la conspiración se extingue".
A pesar de todo, nada indica que las teorías conspiracionales dejarán de existir. Porque, en el fondo del alma humana, hay algo que incita a ver más allá de los hechos escuetos, a buscar explicaciones misteriosas, a dilucidar lo inexplicable, en un terreno limítrofe entre la conciencia y la fantasía.
¿Qué tienen en común la muerte de Michael Jackson, la gripa AH1N1 y la conmemoración de los 40 años de la llegada del hombre a la Luna? Además del despliegue mediático que han generado en los últimos días, alrededor de estos tres grandes hechos se han tejido teorías conspirativas.
Sobre el 'Rey del Pop' se ha dicho que fue asesinado porque el cantante era más rentable muerto que vivo; de la gripa hay quienes afirman que se trata de un virus creado por Estados Unidos para desviar la atención de la crisis económica, y sobre el alunizaje revivieron viejas teorías que aseguran que todo fue un montaje de Hollywood. La idea de que un grupo de personas u organizaciones estén confabuladas para manipular un suceso y obtener grandes ganancias no es nada nueva. A lo largo de la historia de la humanidad, muchos han querido explicar hechos trascendentales mediante teorías conspirativas.
Para Karem Sternheimer, sicóloga de la Universidad de California, ellas surgen como "una creación de personas que se sienten desamparadas, que necesitan llenar un vacío y elaboran teorías basadas en su percepción de que hay un grupo que esconde algo", le dijo Sternheimer a Semana.
Para otros, como Fernando Uricoechea, doctor en sociología de la Universidad de California, las teorías conspirativas tienen carácter político y son generadas por grupos ideológicos extremos. Un ejemplo de ello es el asesinato del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, hecho que quizás ha generado la mayor cantidad de teorías conspirativas, no sólo por tratarse del asesinato político más famoso de la historia, sino porque la gran cantidad de investigaciones realizadas no ha logrado explicar las inconsistencias de la explicación oficial.
Sobre el tema de Kennedy se ha dicho que fue un complot entre organizaciones como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Policía secreta soviética (KGB) y el Sistema de Reserva Federal, y se menciona a los exiliados cubanos, a Richard Nixon y Lyndon B. Johnson como responsables de la muerte. "Se trata de hacer creer que las cosas no son como parecen, y que la explicación oficial de los hechos siempre es falsa. Los conspiradores piensan que los poderosos esconden gran parte de la información y por eso la mayoría de estas teorías asegura que hay un complot detrás de todo", le dijo a Semana Alasdir Spark, catedrático de la Universidad de Winchester, en Londres. Para él, estas teorías ofrecen explicaciones sencillas sobre fenómenos ambiguos, para buscar un culpable de los problemas.
"Las personas se sienten incómodas con la idea de que un gran evento, como la muerte de Kennedy o la de la princesa Diana, puede ser causado por una sola persona o por un accidente. Nos gusta la proporcionalidad entre el acontecimiento y las causas. El hecho de que un solo pistolero pueda matar al hombre más poderoso del mundo nos hace sentir que no tenemos el control", dijo a Semana Leman Patrick, profesor de sicología de University of London.
Para Fabián Sanabria, doctor en sociología, la mayoría de las teorías conspirativas se fundamenta "en el miedo al otro, y a lo que ese otro me pueda hacer. Existe una necesidad humana de tener un enemigo, y si no hay, lo inventamos". Ese temor, según Sanabria, lleva a las personas a no aceptar sucesos infortunados como la muerte de alguien. Esto podría explicar la reacción en todo el mundo con el fallecimiento de Michael Jackson. Su hermana, LaToya Jackson, aseguró que el cantante había sido asesinado por un grupo de allegados y socios para quedarse con su fortuna, y días después el padre del Michael expresó sus sospechas de la muerte. Aunque las autoridades aún estudian la causa de su fallecimiento, para Sanabria, "creemos que somos eternos y por eso nos cuesta aceptar que algo terminó. Es una muestra de debilidad, de inferioridad y de impotencia", dice. Quizá por eso la muerte de artistas famosos suele originar teorías, como el cuento de que Elvis Presley no está muerto y anda de incógnito viajando por el mundo.
Aunque hay teorías descabelladas como que una raza de lagartos alienígenas domina el mundo, otras se basan en estudios tan rigurosos que han puesto a tambalear las verdades oficiales. Sobre la llegada del hombre a la Luna, algunos científicos se han dedicado a demostrar la imposibilidad de que la bandera de Estados Unidos pudiera ondear ante la ausencia de aire. En el caso de los atentados a las Torres Gemelas, existen documentales periodísticos que aseguran que todo fue orquestado por el gobierno de George W. Bush para justificar su decisión de invadir Irak y que los ataques al Pentágono fueron hechos con misiles lanzados por el gobierno y no causados por un avión con terroristas. No obstante, Sanabria considera que en el fondo las teorías, aunque pueden ser muy elaboradas, acuden a lo afectivo para satisfacer emociones y el impacto sobre la población puede ser enorme.
Según Ted Goertzel, profesor de Rutgers University en Candem, Inglaterra, "la creencia en conspiraciones está relacionada con los niveles de desconfianza en el gobierno, paranoia, pesimismo y la situación económica de las personas". Además, algunos expertos consideran que estas teorías cumplen una función sicológica parecida a las supersticiones o las creencias religiosas que les ayuda a las personas a tener la sensación de que controlan su vida. Otro de los misterios de estas teorías tiene que ver con el origen. Algunos consideran que sus autores son personas o grupos con posiciones ideológicas fuertes, cuyo objetivo es perturbar al establecimiento para obtener el poder.
Para Alasdir Spark, los blogs y las redes sociales de Internet no sólo han facilitado una difusión inmediata, sino que permiten que un ciudadano del común elabore teorías a partir de rumores o malentendidos. Prueba de esa inmediatez fue el correo electrónico que circuló masivamente pocos días después de que apareció el virus AH1N1. En ese texto se decía que la gripa era el inicio de una guerra bacteriológica lanzada por Estados Unidos.Para el presidente de la Sociedad Colombiana de Sicología, Fernando Fergusson, quienes lanzan teorías de conspiración suelen buscar ganancias económicas de una u otra forma. Por eso explica que rara vez las autoridades o los implicados las refutan.
"Cuando uno desmiente, en el fondo le da apoyo a lo que se dijo. Sicológicamente es una negación con un efecto positivo, y en el caso de las teorías esto produce mayor mercado que se potencia cuando la gente sigue hablando del tema. Por eso es mejor quedarse callado. Cuando esto pasa, la conspiración se extingue".
A pesar de todo, nada indica que las teorías conspiracionales dejarán de existir. Porque, en el fondo del alma humana, hay algo que incita a ver más allá de los hechos escuetos, a buscar explicaciones misteriosas, a dilucidar lo inexplicable, en un terreno limítrofe entre la conciencia y la fantasía.
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