lunes, 24 de agosto de 2009

Sexo en entredicho

LONDRES, 24 Agosto de 2009. (Notimex).- Los resultados preliminares a las pruebas médicas que realizaron a la atleta sudafricana Caster Semenya, indican la presencia de altos niveles de la hormona masculina testosterona, publicó la prensa inglesa.

Los análisis fueron practicados en Sudáfrica antes del comienzo del Mundial de Atletismo en Berlín, Alemania, y muestran que los niveles de testosterona de Semenya, monarca mundial en los 800 metros, triplican los valores normales en una mujer.

En la información se revela que el seleccionador de atletas de Sudáfrica es Ekkart Arbeit, ex entrenador de la Alemania Oriental y quien trató con hormonas masculinas a la germana Heidi Krieger, campeona europea de lanzamiento de peso en 1986, que cambió de sexo en 1998 a consecuencia de ello.

Será hasta dentro de unas semanas cuando se conozcan los resultados a los análisis realizados a Semenya, mismos que habrían obligado a la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) realizar la prueba de género a la adolescente sudafricana.

Por su parte, el parlamento sudafricano anunció que presentará una queja ante el Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por considerar que se han violado los derechos y privacidad de la atleta.

De señora Krieger a señor Krieger

Heidi Krieger (Berlín, julio 20 de 1966) comenzó desde pequeña su estrecha relación con el deporte. El consumo diario e indiscrimando de hormonas masculinas le dio un giro impensado a su vida. Hoy, se llama Andreas y está casado con una mujer.

La historia de Heidi Krieger no es una más. Por el contrario, es un relato único. Heidi era una deportista alemana de primer nivel, que como todo atleta de primer nivel recurría diariamente al uso de hormonas masculinas. Esta práctica la afectó tanto que terminó sometiéndose a una operación de cambio de sexo en 1998 y hoy es Andreas Krieger. Un programa de la televisión griega dio a conocer su caso.

Heidi Krieger era una lanzadora de peso de la antigua Alemania del Este, que hace ocho años decidió operarse para cambiar de sexo y convertirse en hombre. Desde ese momento, se llama Andreas.

Andreas, que se sometió a un cambio de sexo en 1998 con operaciones de senos y de extracción de ovarios, se presentó en el programa junto con su esposa Hute y declaró que está felizmente casado desde 2002, después de cambiar su sexo también ante la ley.

Andreas Krieger fue uno de los miles de casos de adolescentes que debido al uso de hormonas masculinas con fines anabolizantes vio afectado su desarrollo físico como mujer, según informó el diario Sport. Durante el programa de televisión los dos ex deportistas relataron cómo nació el romance en una antesala de un tribunal contra casos de dopaje en la hoy desaparecida República Democrática Alemana (RDA).

Ambos atletas, Heidi (Andreas), que había sido campeona en la categoría júnior de lanzamiento de peso en 1986, estaban a la espera de ser juzgados por el presunto uso de dosis de andrógenos, política de la RDA.

La ex-deportista alemana, que se proclamó en 1986 campeona europea de lanzamiento de peso, se vio progresivamente transformada en un hombre como consecuencia de un continuo régimen de dopaje a base de esteroides androgénicos con fines anabolizantes. El caso se hizo público cuando Krieger demandó al médico que dirigió su preparación farmacológica, el doctor Hans-Joachim Wendler.

Según trascendió, Wendler comenzó a suministrarle hormona masculina en 1982, cuando la joven atleta sólo tenía 16 años. Tan sólo un año más tarde Krieger se proclamaba campeona europea de la categoría junior en las especialidades de lanzamiento de peso y disco.Hute tenía una hija, Karol, de un matrimonio anterior, que afirmó que mantiene excelentes relaciones con su actual padrastro.

La pareja sostuvo que son muy dichosos y que pese a que saben que no pueden tener hijos, esperan tener la alegría de ver crecer a sus nietos, los hijos de Karol. Andreas también dijo que si se le diera la oportunidad de hacer nuevamente deportes, buscaría el rendimiento sólo en sus capacidades normales y añadió que el atletismo es positivo pero sin exageraciones.

El caso del ciclista Rober Millar
  • Desde hace años se rumoreaba que el ciclista escocés Robert Millar se operó para ser mujer, pero nadie hasta ahora lo ha podido confirmar.
    Ahora se llama Philippa York.
    Para él los puertos eran una terapia para vencer a los hombres
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GANTE, Bélgica. Julio 10 de 2007. Corría el año 1985. En la Vuelta a España de ese año un escocés, Robert Millar, pierde la victoria final en la carrera durante la penúltima etapa.

Desorientado, confiado y sin referencias, Millar pierde una minutada en la Sierra de Madrid con respecto a Pedro Delgado, un joven segoviano que entraba en los favoritos para ganar, pero que quedó fuera de la lucha en una etapa con final en Alto Campoo, donde perdió tiempo.

Pedro ganó esa Vuelta, ganaría otra más y subió a lo más alto del podio del Tour en 1988. Robert Millar, por su parte, volvió a la Vuelta al año siguiente para acabar segundo tras Álvaro Pino. Pero en su carrera, además, Millar logró acabar cuarto en un Tour de Francia (1984), ser el mejor escalador de una edición (1984) y concluir segundo en un Giro de Italia (1987). Un buen ciclista.

Pero tras ser profesional, desapareció. Se oían anécdotas de su carácter extraño y especial; se comentaba que él había sido el primer ciclista vegetariano del mundo. El mayor, sin embargo, fue que Robert ya no era Robert, sino Philippa York. El ciclista británico, actualmente con 48 años, se había cambiado de sexo.

¿Leyenda urbana? ¿Chanza colectiva? La prensa británica se lanzó a su caza y captura, mientras él andaba desaparecido. Ahora, el Daily Mail publicaba el viernes unas supuestas fotos del antes y el después de Robert Millar, que vive en Dorset con su nueva pareja, Linda Purr.

Y trata de explicar que para él los puertos eran una terapia para vencer a los hombres, especula con que un exceso de dopaje podría haberle empujado a su cambio de sexo y recoge que llegó a casarse con una francesa, Sylvie Transler, y tener un hijo.

Es esta una historia curiosa, que se lleva escuchando unos años en el mundo del ciclismo. La prensa inglesa, muy amiga de estas cuestiones, rescata la leyenda urbana del ciclismo mundial.


Ahora se llama Philippa York

GANTE (Bélgica)
, julio 10 de 2007. - Al pedalista español Pedro Perico Delgado le costó un mundo ganar la Vuelta a España de 1985. Se la arrebató al escocés Robert Millar en el último suspiro, gracias a la impagable colaboración de Pepe Recio, camino de Segovia en la penúltima etapa.

El ciclista escocés, que el año anterior había sido el ganador del Gran Premio de la Montaña del Tour y Deportista del Año en Gran Bretaña para la BBC, lloraba desesperado al llegar a la meta y ver cómo perdía en una jornada el trabajo de toda la Vuelta.

Millar, un personaje tímido y solitario, fue ciclista profesional durante 11 años. Después se retiró. En 2003 desapareció de la circulación. Corrían rumores sobre su paradero, pero nadie sabía nada concreto.

«Cada vez que le veíamos daba la sensación de que le había crecido el pecho», confesaba un supuesto amigo de Millar al Daily Mail. Hace unos años, en un acto en el que se premiaba a los grandes deportistas escoceses de la historia, Millar no apareció.

Intrigado, el periodista Richard Moore, escribió un libro sobre él: "En busca de Robert Millar".

Desaparecido

Sin embargo, el sensacionalista Daily Mail indagó y encontró al escocés... o a la escocesa. Millar, de 47 años, ahora es mujer. Se llama Philippa York y vive en Dorset con su compañera Linda Purr. Dicen que todavía le gusta mucho el ciclismo y que se le puede ver montada en su máquina con una larga melena al viento.

«Es algo que hace tiempo se sabía», dice Alvaro Pino, que pasó bastantes apuros para vencerle en otra Vuelta a España. «En el ambiente del ciclismo conocíamos el cambio de sexo de Millar».¿Cuándo decidió dar un giro tan inesperado a su vida? Quién sabe.

Cuando era ciclista se casó con una francesa, Sylvia, hermana de otro ciclista, Jerome Simon, en 1985. Sin embargo, por alguna extraña razón, su familia no acudió a aquella ceremonia. El compromiso se rompió en poco tiempo, mientras Millar todavía disputaba carreras y subía montañas. Volvió a Gran Bretaña.

Millar, que fue el primer británico en subirse al podio de los Campos Elíseos (ganador de la Montaña), nació en Glasgow y su cuerpo enjuto le permitió convertirse en un escalador. En sus tiempos escandalizó al presentarse a las carreras con un pendiente en la oreja, algo casi impensable por entonces.

Era, además, vegetariano, algo que se estilaba poco entre los deportistas de su tiempo. Fue una celebridad en las Islas, en un deporte con pocas figuras británicas. El anterior había sido Tom Simpson, que murió en las laderas del Mont Ventoux, durante el Tour de Francia de 1966.

Ahora ya no se llama Millar, y en su nueva vida como Philippa York no quiere dar explicaciones a la prensa. Prefiere preservar su vida privada. «La señora York no quiere discutir nada sobre su pasado», comentaba un allegado a instancias de los periodistas ingleses, que vieron a Philippa atareada en el garaje de su casa, arreglando el motor de un coche.

Por supuesto, en el pelotón del Tour se comentó la noticia. Sobre todo entre quienes alguna vez coincidieron con Millar. Además, cierta parte de la prensa se muestra sarcástica sobre la decisión de cambiar de sexo. «¿Robert Millar, pequeña reina?», titulaba Le Journal de Dimanche, que añadía a su crónica declaraciones de antiguos compañeros del ciclista que ahora es mujer.

Los ex compañeros

Stephen Roche, irlandés, ex-ganador del Tour y ex-campeón del mundo, era tal vez el más comprensivo: «Me enteré durante el prólogo de lo que se había publicado. No sé si será verdad, pero creo que, de todas formas, lo que se merece es que le dejen tranquilo», decía.

René Bernardeau, el director del Boygues Telecom, y que corrió con Millar en los conjuntos Peugeot y en el Fagor, comentaba que hacía tiempo que había escuchado algo sobre la segunda vida de Philippa York. «Igual hace 10 años que me lo había dicho Graham Jones, uno de nuestros antiguos compañeros ingleses. Pensaba que era sólo una habladuría, pero parece que es verdad». Alguno se mostraba inmisericorde al recordar a Millar.

Federico Lemarchand, otro de sus compañeros en Fagor, decía a una publicación francesa que «siempre pareció un poco afeminado».

No se lo había tragado la tierra. Sólo cambió de vida. «¿Desaparecido? No», escribió en un correo electrónico a Graham Jones. «Estoy tranquilo, relajado. Yo hago ahora las cosas que siempre quise hacer».

JON RIVAS, enviado especial de El Mundo de Madrid.

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