viernes, 12 de septiembre de 2008

Guerra de nervios: soviéticos en el Caribe

Tanto Moscú como Caracas han tratado de minimizar el asunto al máximo. Sin embargo, cuando ambos gobiernos anunciaron esta semana su intención de realizar ejercicios militares conjuntos en las aguas del Caribe a finales de este año, el escalofrío -con sus inevitables referencias a Cuba y los años de alta tensión con la ex Unión Soviética- fueron inevitables. CNN, por ejemplo, presentó la noticia con gran despliegue y acompañada con imágenes del presidente John F. Kennedy y el bloqueo naval que hizo Estados Unidos a buques soviéticos que se aproximaban a La Habana en octubre de 1962.

Aunque la comparación es exagerada, el hecho no esconde lo delicadas que están por estos días las relaciones entre Washington y el Kremlin. Se trata del despliegue militar más grande de Rusia en el Hemisferio Occidental en más de 40 años. Según Moscú y Caracas, entre el 10 y el 14 de noviembre cuatro buques de la armada rusa -incluidos el crucero lanzamisiles Pedro el Grande, el buque antisubmarino Almirante Chebanenko y un buque cisterna- atracarán en puertos venezolanos para reabastecerse de combustibles y realizar ejercicios de entrenamiento.


Hay planes, además, para que bombarderos rusos de largo alcance aterricen en aeropuertos venezolanos. En total, unos mil militares rusos harán parte de la operación. Caracas, por su parte, participaría con algunas fragatas, escuadrones patrulleros y de transporte, así como unidades aeronavales y submarinas.

Los objetivos de ambos países son diferentes, pero se retroalimentan. Moscú tiene pelea cazada con Estados Unidos por lo que considera la intromisión estadounidense en su patio trasero desde la disolución de la Unión Soviética. Por un lado, están sus planes de instalar bases antimisiles en Polonia y República Checa. Y por el otro, el reconocimiento y alianza con ex repúblicas de la URSS como Georgia y Ucrania, y la expansión de la OTAN a naciones como Bulgaria o Rumania.

Rusia, incómoda

Al estrechar su alianza militar con Venezuela, los rusos le recuerdan a Estados Unidos que ellos, también, poseen capacidad para manosear sus áreas de control geoestratégico. De acuerdo con el Consejo para las Relaciones Internacionales, es una retaliación por el reciente envió de buques de guerra a las costas de Georgia tras la invasión rusa a este país hace un mes.


"Rusia -dice Michel Shifter, del Diálogo Interamericano- está muy incómoda por la creciente presencia de EE.UU. en el mar Negro. El nacionalismo ruso, que ha despertado, quiere flexionar los músculos y mostrarle a Washington que poseen capacidad para realizar alianzas en su patio trasero".

A Chávez, la renovada tensión entre las dos potencias le cae como anillo al dedo. De acuerdo con Ann Gilmour, de Jane's Inteligence Review, la aspiración del presidente venezolano es neutralizar la influencia de EE.UU. en la región. Y ve una amenaza en la reactivación de la Cuarta Flota de la Armada estadounidense, que llevaba anclada más de tres décadas, pero comenzó a patrullar nuevamente las aguas del Caribe este verano.

"Al permitir que los buques rusos atraquen en puertos venezolanos, Chávez envía el mensaje de que EE.UU. no es la única potencia que está activa en la región", dice la analista de Jane's. Además, para el presidente venezolano se trata de balancear lo que considera una militarización de Colombia, que ha recibido más de 5.000 millones de dólares en recursos estadounidenses desde 2000, cuando arrancó el Plan Colombia.

Para despejar temores, Moscú y Caracas dijeron el lunes 8 de septiembre que los ejercicios se habían discutido durante la visita que hizo Chávez a Rusia a finales de julio y se habían concretado entre el 7 y 8 de agosto, antes de que estallara el conflicto con Georgia.

"Son las voces de los pitiyanquis: que si se van a instalar unas bases secretas en Venezuela, que van a poner bombas atómicas; que si vienen unos submarinos nucleares y se van a parar ahí, en la isla de La Orchila, y van a estar apuntando a no sé quién. Ellos comienzan a inventar cualquier cantidad de cosas. No, nosotros todo lo hacemos transparente", dijo Chávez en su programa Aló Presidente.

Aunque la fecha es sospechosa -pues este conflicto del Cáucaso estalló formalmente el 9 de ese mes- lo cierto es que la alianza de Caracas con el Kremlin no es nueva ni promete desaparecer. Entre 2005 y 2006, el presidente Chávez le compró a Rusia más de 4.000 millones de dólares en armamento. Desde fusiles Kalishnikov hasta aviones de guerra, helicópteros de asalto, submarinos y fragatas. Una cifra que, de entrada, lo convierte en el principal cliente del Kremlin en América Latina. En julio, durante su último viaje, Chávez se habría comprometido a adquirir otros 5.000 millones de dólares en armamento durante la próxima década.


Pese a que el Departamento de Estado, en un polémico comentario, se mofó de los rusos indicando que con la maniobra solo querían comprobar si sus barcos tenían el alcance suficiente para llegar hasta las aguas del Atlántico, en el Congreso y la comunidad de inteligencia de EE.UU. el tema preocupa.

Elina Ross-Lehtinen, congresista de Florida, ha dicho que ambos países han regresado formalmente a la Guerra Fría y que su país debe responder adecuadamente. Es probable que el problema escale en los próximos meses dada la agitada coyuntura electoral en EE.UU. y la competencia entre John McCain y Barack Obama para mostrarse como el mejor calificado para actuar como comandante en jefe.

Los ejercicios militares entre ambos países se realizarán una semana después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, previstas para el 4 de noviembre. Cualquiera sean las intenciones, es evidente que las tranquilas aguas del Caribe se están calentando en el contexto del renacimiento ruso y el celo de Washington por preservar intacta su zona de influencia. Un juego que no deja de ser peligroso.


Revista Cambio

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