sábado, 21 de noviembre de 2009

Riga, la París del Báltico



RIGA, Letonia, novuiembre 21 de 2009. (AP) - "Mi hotel en Riga tenía micrófonos ocultos". Lo dice en la guía. Los empleados del hotel usaban equipo de monitoreo para escuchar las conversaciones telefónicas de los huéspedes.

Pero eso fue hace décadas, en la era soviética. De hecho, el Museo de la Ocupación de Letonia tiene algunos de esos viejos equipos de la KGB en exposición. Los donó el dueño del hotel luego que en una renovación en 1999 se descubriesen los aparatos en las paredes.
Mientras caminaba por los largos, oscuros pasillos del Hotel Riga, me imaginé las discretas conversaciones capturadas en una vieja grabadora de cintas con grandes auriculares. Quizás los escuchas estaban estacionados en las oficinas en las esquinas de los pasillos, desde donde podían ver quién entraba a cada habitación.

Letonia ganó su independencia de la Unión Soviética en 1991. Su capital es ahora una ciudad cosmopolita cubierta por una hermosa capa adornada de historia. Aunque su centro urbano data de tiempos medievales, la ciudad es calificada a veces como el "París del Báltico", por su arquitectura Art Nouveau, construida a finales del siglo XIX y principios del XX. Esas calles del centro de la ciudad le merecieron a Riga la designación de Patrimonio Cultural por la UNESCO. "Riga tiene la mejor colección de edificios Art Nouveau en Europa", dice la decisión de la UNESCO.

Un recorrido arquitectónico por Riga resalta los mejores ejemplos. Cada edificio a lo largo de la calle Albert es una perfecta ilustración. Las fachadas están hermosamente decoradas con relieves de leones y serpientes, pájaros y dragones, flores y caracoles, y los cuerpos y rostros de bellas mujeres. Los estilos reflejan influencias de Alemania, Austria y Finlandia, y los expertos los caracterizan con términos que pudieran no decir mucho a los no europeos: un estilo decorativo ecléctico, con una variante Nacionalista moderada y el diseño Romántico Nacional.

Mi hotel está frente a la Casa de la Ópera Nacional, en el borde de la Ciudad Vieja. Fue una base conveniente para visitar los edificios medievales, iglesias, la torre del polvorín y las asociaciones de los gremios artesanales de la Ciudad Vieja. Hay numerosos bares y restaurantes con cocinas de diversos países.

De alguna manera, las jóvenes locales han aprendido el arte de usar zapatos de tacones altos en las callejuelas de adoquines. Pero a las turistas les conviene usar un calzado más cómodo.

Siempre es fascinante aprender frases nuevas en el idioma local del lugar que uno visita, pero el letón no es fácil. Un gesto amistoso con la mano me dio buenos resultados, pues mi cerebro no retuvo fácilmente "uz redzesanos", que significa adiós en letón. Pero como en casi toda Europa, mucha gente aquí habla inglés.

En lo que se refiere a las señalizaciones de las calles, si usted puede recordar virar a la derecha en Skunu en lugar de a la izquierda en Skarnu o seguir recto en Kalku en lugar de desviarse en Kungu para llegar a Grecinieku y no Gleznotaju, bueno, su brújula interna es mejor que la mía. Yo me perdí tantas veces en la Ciudad Vieja que comencé a planear tiempo extra para ello en mi calendario diario.

Una vez noté una señal en un viejo edificio que indicaba que era un museo de instrumentos musicales. Yo era el único visitante. Con gusto acepté la oferta de un hombre que hablaba algo de inglés y me explicó la muestra. Recibí una de las mejores visitas guiadas de mi vida, de alguien que sabía más de música, los instrumentos individuales, su historia, e incluso el significado filosófico y social de la música que nadie que haya conocido.

"Usted no me conoce y yo no le conozco, pero podemos hablar por medio del lenguaje común de la música", me explicó el hombre, que se presentó como Serguei.

Con pocas excepciones, incluyendo el escueto, moderno Museo de la Ocupación de Letonia y la espléndida Casa de los Herreros (un salón gremial reconstruido tras ser destruido en la Segunda Guerra Mundial), la mayoría de los museos en Riga son viejas casas, iglesias o fachadas. La Ciudad Vieja está llena de ellos.

Otra atracción es el Mercado Central, uno de los mayores de Europa. Está ubicado en cinco antiguos hangares de zepelines. Cada edificio tiene un grupo diferente de comidas: frutas y verduras, carnes, pescado, lácteos y panes.

Como recuerdos, me traje de regreso barras de chocolate del principal productor letón, Laima. Si usted se pasa tiempo en Riga, va a reconocer la torre del reloj de Laima, donada por la compañía. Es un lugar de reunión preferido por los jóvenes y está al borde de la Ciudad Vieja.



La ciudad se encuentra a orillas del mar Báltico, cerca de la desembocadura del Daugava en el golfo de Riga.

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