Ni los cazadores prehistóricos, ni el cambio del ecosistema, ni un meteorito provocaron la desaparición de la megafauna en Norteamérica
Ilustración del hábitat de la megafauna prehistórica- SCIENCE
Tampoco se debió la pérdida al cambio radical del ecosistema que comprometió su supervivencia, porque el cambio realmente se produjo después de su desaparición. Ni siquiera se puede culpar al impacto de un meteorito en la Tierra hace unos 12.900 años, como se ha sugerido. ¿Entonces por qué se extinguieron esos animales? La pregunta sigue sin respuesta, pero al menos ahora se han descartado las hipótesis más difundidas, y ello gracias a una investigación basada en unos hongos especiales (Sporormiella) que proliferan en las boñigas de los grandes herbívoros. El estudio, dirigido por Jacquelyn Gill, se presenta en la revista Science.
"Hace 20.000 años Norteamérica contaba con una mayor riqueza de grandes mamíferos que África hoy en día; hace 10.000 años, 34 géneros de esos grandes mamíferos habían desaparecido, incluidas diez especies cuyos ejemplares pesaban más de una tonelada", comenta Christopher Johnson, especialista de la Universidad James Cook (Australia) en Science.
"En ese intervalo de tiempo ocurrieron otros cambios drásticos, y todos ellos han sido defendidos como causa de la extinción de la fauna: el clima pasó de frío a templado y de nuevo a frío durante mil años antes de volver a ser templado; hubo extensos y constantes incendios y la estructura y composición de las especies vegetales cambiaron rápidamente", continúa Johnson.
Llegaron los clovis y su cultura, considerada la más antigua del continente americano, floreció durante casi un milenio. Algunos científicos han defendido que un objeto extraterrestre chocó contra la Tierra hace casi 13.000 años, provocando el enfriamiento, matando a la megafauna y poniendo fin a la cultura clovis. Pero todo este escenario de hipótesis se va al traste con el estudio de Gill (Universidad de Wisconsin, EE UU) y sus colegas, concluye el experto australiano.
Gill, por su parte, afirma en un comunicado de su universidad: "Nuestros datos no son consistentes con una sobreexplotación por caza de grandes animales por parte de los humanos ni por un deterioro de su hábitat".
¿Cómo son capaces estos científicos de datar y poner en orden con precisión estos acontecimientos que ocurrieron hace más de 10.000 años? El reloj prehistórico para ellos son las muestras extraídas de los sedimentos de un lago en Indiana y las manecillas de ese reloj son unas esporas de los hongos Sporormiella que se producen en los excrementos de grandes mamíferos herbívoros. Las esporas son más abundantes cuando más mamuts, mastodones, etcétera, estuvieran produciéndolas y, como las esporas se depositan en lo sedimentos, sirven de indicador. La correlación con otros testigos de las muestras, incluido polen y carbonilla, permite determinar la biomasa de megafauna y asociarla a diferentes registros geológicos y arqueológicos.
La conclusión es que la megafauna norteamericana empezó a declinar mil años antes de que los clovis, grandes cazadores, llegaran al territorio. "En las muestras, la cantidad de esporas [Sporormiella] cae dramáticamente hace unos 13.800 años y prácticamente desaparecen del registro", aclara Gill.
"Los datos sugieren que el declive y extinción de de la megafauna comenzó [en la zona del lago donde se han analizado los sedimentos] en algún momento entre hace 14.800 años y 13.700 años, y precedió a los cambios drásticos en la vegetación y la frecuencia de los grandes incendios", añade John Williams, otro de los investigadores del equipo de Wisconsin.
"Todo esto sucedió mucho antes del sugerido impacto de un meteorito", añade Johnson. "Así, se descarta el cambio de la vegetación, los incendios y el desastre cósmico como causa primaria de la extinción de la megafauna. También parece poco plausible el cambio climático como motivo". Tal vez el cambio de vegetación se debió a la desaparición de aquellos grandes herbívoros.
En cuanto al efecto de la caza intensiva de mamuts y mastodontes, la fechas tampoco cuadran ya que el declive comenzó mil años antes de la llegada de los clovis.
El investigador australiano afirma que si fueron los humanos, debió ser alguien anterior a los clovis cuya misma existencia sigue rodeada de controversias y dudas. Es más, tal vez las habilidades de grandes cazadores de los clovis fueron un reflejo de la necesidad de desarrollar estrategias más avanzadas para capturar a una megafauna que ya era escasa y difícil de localizar.
A la vista de los resultados se sigue buscando la causa de la desaparición de los mamuts y los mastodontes.
Fue hace unos 14.800 años cuando empezó la decadencia de los mamuts, los mastodontes, los canguros gigantes y otras especies de la megafauna norteamericana, que concluyó con su desaparición para siempre mil años después, así que no fueron los humanos cazadores prehistóricos, los clovis, los que acosaron hasta la extinción a estos grandes herbívoros, porque cuando llegaron, esos animales ya estaban en franca decadencia.
Tampoco se debió la pérdida al cambio radical del ecosistema que comprometió su supervivencia, porque el cambio realmente se produjo después de su desaparición. Ni siquiera se puede culpar al impacto de un meteorito en la Tierra hace unos 12.900 años, como se ha sugerido. ¿Entonces por qué se extinguieron esos animales? La pregunta sigue sin respuesta, pero al menos ahora se han descartado las hipótesis más difundidas, y ello gracias a una investigación basada en unos hongos especiales (Sporormiella) que proliferan en las boñigas de los grandes herbívoros. El estudio, dirigido por Jacquelyn Gill, se presenta en la revista Science.
"Hace 20.000 años Norteamérica contaba con una mayor riqueza de grandes mamíferos que África hoy en día; hace 10.000 años, 34 géneros de esos grandes mamíferos habían desaparecido, incluidas diez especies cuyos ejemplares pesaban más de una tonelada", comenta Christopher Johnson, especialista de la Universidad James Cook (Australia) en Science.
"En ese intervalo de tiempo ocurrieron otros cambios drásticos, y todos ellos han sido defendidos como causa de la extinción de la fauna: el clima pasó de frío a templado y de nuevo a frío durante mil años antes de volver a ser templado; hubo extensos y constantes incendios y la estructura y composición de las especies vegetales cambiaron rápidamente", continúa Johnson.
Llegaron los clovis y su cultura, considerada la más antigua del continente americano, floreció durante casi un milenio. Algunos científicos han defendido que un objeto extraterrestre chocó contra la Tierra hace casi 13.000 años, provocando el enfriamiento, matando a la megafauna y poniendo fin a la cultura clovis. Pero todo este escenario de hipótesis se va al traste con el estudio de Gill (Universidad de Wisconsin, EE UU) y sus colegas, concluye el experto australiano.
Gill, por su parte, afirma en un comunicado de su universidad: "Nuestros datos no son consistentes con una sobreexplotación por caza de grandes animales por parte de los humanos ni por un deterioro de su hábitat".
¿Cómo son capaces estos científicos de datar y poner en orden con precisión estos acontecimientos que ocurrieron hace más de 10.000 años? El reloj prehistórico para ellos son las muestras extraídas de los sedimentos de un lago en Indiana y las manecillas de ese reloj son unas esporas de los hongos Sporormiella que se producen en los excrementos de grandes mamíferos herbívoros. Las esporas son más abundantes cuando más mamuts, mastodones, etcétera, estuvieran produciéndolas y, como las esporas se depositan en lo sedimentos, sirven de indicador. La correlación con otros testigos de las muestras, incluido polen y carbonilla, permite determinar la biomasa de megafauna y asociarla a diferentes registros geológicos y arqueológicos.
La conclusión es que la megafauna norteamericana empezó a declinar mil años antes de que los clovis, grandes cazadores, llegaran al territorio. "En las muestras, la cantidad de esporas [Sporormiella] cae dramáticamente hace unos 13.800 años y prácticamente desaparecen del registro", aclara Gill.
"Los datos sugieren que el declive y extinción de de la megafauna comenzó [en la zona del lago donde se han analizado los sedimentos] en algún momento entre hace 14.800 años y 13.700 años, y precedió a los cambios drásticos en la vegetación y la frecuencia de los grandes incendios", añade John Williams, otro de los investigadores del equipo de Wisconsin.
"Todo esto sucedió mucho antes del sugerido impacto de un meteorito", añade Johnson. "Así, se descarta el cambio de la vegetación, los incendios y el desastre cósmico como causa primaria de la extinción de la megafauna. También parece poco plausible el cambio climático como motivo". Tal vez el cambio de vegetación se debió a la desaparición de aquellos grandes herbívoros.
En cuanto al efecto de la caza intensiva de mamuts y mastodontes, la fechas tampoco cuadran ya que el declive comenzó mil años antes de la llegada de los clovis.
El investigador australiano afirma que si fueron los humanos, debió ser alguien anterior a los clovis cuya misma existencia sigue rodeada de controversias y dudas. Es más, tal vez las habilidades de grandes cazadores de los clovis fueron un reflejo de la necesidad de desarrollar estrategias más avanzadas para capturar a una megafauna que ya era escasa y difícil de localizar.
A la vista de los resultados se sigue buscando la causa de la desaparición de los mamuts y los mastodontes.
El País de Madrid, noviembre 19 de 2009 - Por Alicia Rivera
1 comentario:
deben haber sido los grises etc etc etc
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