"Es un milagro de mi Dios", repetía la víctima, sollozando finalmente de alivio, segundos después de abandonar el agujero en el que estuvo enterrada viva durante una semana.
"Es extraordinario. No tiene ninguna herida y hasta nos ha ayudado en el rescate haciendo fuerza para salir más rápido. Nos dijo que contó los días que estuvo atrapada y que no dejó de rezar", explica el médico francés de "Socorristas sin fronteras", Nicolas Roy.
Nada más salir de las ruinas, Hoteline pidió un teléfono y marcó de memoria el número de su hermano a quien le dijo personalmente que estaba viva. "Me salvaron hermano, me salvaron. Te quiero", exclamaba.
Mientras los equipos de rescate la transportaban a la ambulancia, la mujer entonó un cántico de agradecimiento que hizo estallar en aplausos al equipo de más de 50 personas de diversos países que pasó 12 horas extenuantes en las tareas de rescate.
El devastador terremoto del 12 de enero sorprendió a Hoteline Losana en una vivienda situada en la parte superior de un pequeño centro comercial de Puerto Príncipe. La víctima permaneció siete días y siete horas acostada, en un espacio que le permitió respirar y moverse ligeramente.
A su lado tuvo una cama con un cadáver, que tuvo que ser recuperado por los bomberos este martes para poder acceder a la víctima. En ningún momento pudo conseguir agua o comida.
"Hay bolsas de aire que permiten a las personas sobrevivir varios días. Ella pasó una semana sin comer ni beber lo que muestra que es alguien de una gran fortaleza física y mental", afirma Thiery Cerdán, responsable del grupo "Socorristas sin frontera", que junto a bomberos haitianos, turcos y un equipo de rescate urbano estadounidense llevaron a cabo esta operación.
Además de su deseo de vivir, quien terminó de salvar la vida de Hoteline fue un guardia de seguridad del supermercado que acudió a ver el estado del local el martes por la mañana. En ese momento oyó hablar a la víctima y avisó a una radio local.
Tras recibir la llamada de socorro, los socorristas confirmaron con perros que había "vida dentro de las piedras" y después introdujeron por un minúsculo agujero perforado en el techo una cámara con una bombilla en la punta.
"Hoteline, ¿ves la luz?", preguntaba un bombero estadounidense en inglés.
Tras el silencio del fondo de la casa en ruinas brotó alta y clara una voz femenina. "Yes, I can see the light" (Sí, puedo ver la luz), dijo claramente y en inglés, ante el júbilo de los socorristas.
"Aunque tengamos que pasar la noche, no nos vamos de aquí sin ella. Tenemos la posibilidad de sacar a alguien vivo siete días después. Es extraordinario", explicaba el socorrista francés Bruno Besson.
El trabajo es laborioso pero se hace contrarreloj. Una semana después del terremoto que devastó la capital haitiana, los finales felices son cada vez más raros en Puerto Príncipe.
El mal estado del edificio que amenaza con venirse abajo a cada martillazo retrasa aún más las tareas. Finalmente, la mano de Hoteline pudo agarrarse con fuerza a la de un socorrista y salir de las ruinas.
"Es una gran satisfacción. Cuando llegamos esta mañana aquí no esperábamos salir de aquí con este júbilo", concluyó Zephirin Ardouin, responsable de los bomberos haitianos.
Un nuevo gran sismo, de 6.1 grados y 9 kilómetros de profundidad, experimetó Haití el miércoles 20 de enero de 2010, una semana después del devastador terremoto.Socorristas franceses trabajan en un edificio en ruinas en Puerto Príncipe, Haití, el 19 de enero de 2010. Foto Juan Barreto/AFP
Enlace relacionado:
No hay comentarios:
Publicar un comentario