Los 33 mineros, al día siguiente de terminadas las labores de rescate, con el presidente de Chile, Sebastián Piñera (tercero de izquierda a derecha en fila inferior), en el hospital de la región.
MINA SAN JOSÉ, COPIAPÓ, Chile, octubre 15 de 2010. (AFP) - Son 33 los mineros que quedaron atrapados en un yacimiento en el norte de Chile y 33 los días que tardó la perforadora en terminar el túnel por donde el miércoles se inició su rescate, entre otras coincidencias numéricas que las familias y autoridades se han tomado con humor.
Y por si fuera poco, el esperado rescate se inició el 13 de octubre de 2010, es decir, el 13/10/10, cifras que, sumadas, también dan 33, un detalle que el propio presidente Sebastián Piñera hizo nota al participar en el comienzo del operativo.
El número se repite porfiadamente y está en boca de todos. "La labor total tomó 33 días, un día por hombre, creo en la numerología, algo tiene que haber aquí", aseguró Mijail Proestakis, gerente de la empresa Driller Supply, que participó en las tareas de perforación del ducto de 622 metros de extensión y un diámetro de 66 centímetros, que partido por dos da también 33.
Para abundar, el recorrido en ambulancia desde el yacimiento hasta el hospital de Copiapó, la ciudad más cercana, dura también 33 minutos, según señaló entre risas el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
"El 33 aparece en todo, todo coincide, es un milagro", dijo a la AFP María Segovia, hermana del minero Darío Segovia, respecto de esta curiosa circunstancia.
Muchos familiares, de una gran devoción católica, recuerdan también que la edad de Cristo al morir fue de 33 años.
Los 33 mineros quedaron atrapados el 5 de agosto tras un derrumbe en el yacimiento San José, en medio del desierto de Atacama, 800 kilómetros al norte de Santiago. Hasta el miércoles, más de la mitad de los atrapados ya estaba en la superficie.
Desde las profundidades, cuando no dieron con ellos hasta el 22 de agosto, los mineros escribieron en un papel la frase "estamos bien en el refugio los 33", y lo amarraron a la máquina de sondaje que los ubicó. Esta frase ocupa 33 espacios o caracteres al ser colocados en una página de diario.
El hecho se prestó incluso para una broma. Durante las labores de rescate, periodistas y familiares comentaban sobre la posibilidad de que, al ser llevados al hospital para su chequeo general, el médico iniciase la consulta al paciente diciéndole: "¡A ver, diga 33!".
Pacto de silencio
COPIAPÓ, Chile, octubre 16 de 2010. (Reuters) - La mayoría de los 33 mineros rescatados en Chile despertaron el sábado en sus hogares luego de pasar más de 70 días bajo tierra y si bien han evitado entregar detalles de su experiencia, algunos comenzaron a dar pistas sobre lo traumático que fue estar sepultados.
Aún faltaba darle el alta a dos de los mineros internados en el hospital, según el último parte médico entregado el viernes, pero la mayoría de ellos fueron recibidos en sus casas como héroes con fiestas, globos, banderas y champaña.
En medio de los festejos y con un fuerte acoso de los medios, los mineros han hablado escuetamente del horror por el cual transitaron, al parecer haciendo honor a un tácito pacto de silencio en torno a la peor parte de su encierro, cuando el mundo aún no sabía que estaban vivos en las entrañas de la mina.
Pero Víctor Segovia, quien en la profundidad escribía lo que ocurría en la mina, dio señales acerca de lo traumático de la experiencia.
"Lo bueno de afuera es que si uno tiene pesadillas y se despierta, se da cuenta que está afuera, pero adentro uno tenía sueño y despertaba en la pesadilla", apuntó Segovia, quien era conocido como el escritor de la mina entre sus compañeros, en una entrevista con Reuters Televisión.
El diario local La Tercera publicó el sábado fotos hasta ahora inéditas de las maniobras de rescate al interior de la mina que muestran a los socorristas revisando a los trabajadores encerrados en una caverna oscura y rocosa.
Los mineros sobrevivieron 17 días con pequeñas dosis de galletas y pescado enlatado, sin tener ninguna esperanza de que serían rescatados. Luego estuvieron en contacto con la superficie a través de un "cordón umbilical" que les llevó comida, juegos, medicinas y cartas de sus familias.
En las imágenes tomadas bajo tierra se los vio en general de buen animo y como un grupo organizado que desarrolló tareas para facilitar su rescate.
"Pero igual había problemas como en toda familia, mucho tiempo juntos, empiezan los problemas, peleas, pero nada grave", señaló Segovia.
Video del rescate:
http://live.reuters.com/Event/Chile_Miners_Freed
Reporte de Insider TV:
http://link.reuters.com/pez67p
Gráfico de rescate
http://link.reuters.com/fat77p
El viernes 16 de octubre de 2010, los familiares de Ariel Ticona, quien vio el parto de su hija Esperanza bajo tierra, lo recibieron en medio de una lluvia de papel picado, aplausos y una fiesta en su casa.
A pocas cuadras, la escena se repetía en la vivienda de Mario Gómez, de 63 años, el más veterano del grupo y quien envió una carta romántica a su mujer cuando se supo que estaban con vida.
"La verdad es que a uno tiene que pasarle algo en la vida para reconocer y recapacitar (...) y ahí quise expresarle todo mi sentimiento a mi señora", confesó a la emisora local Canal 13.
Sin embargo, Gómez no quiere dar detalles de lo que vivió bajo tierra.
"Va a llegar un momento en que se va a saber todo pero hay que tener paciencia y hay que esperar", apuntó.
Volver a la mina
Tras el accidente, los familiares comenzaron a acampar en la mina con la esperanza de que los mineros estuvieran vivos. Luego, la espera se extendió hasta el rescate y en el último tramo del operativo, el "Campamento Esperanza" se pobló de miles de periodistas de todo el mundo que llegaron al lugar para cubrir la historia.
Segovia y Gómez han dicho que quieren subir a la mina el domingo, cuando se celebraría una ceremonia religiosa en honor a los sobrevivientes.
Pero otros como Ariel Ticona, de 29 años, han dicho que no, que aún es muy pronto para retornar al lugar donde vivieron una de las historias de supervivencia más impactantes de los últimos tiempos.
"En este momento lo veo difícil subir a la mina", señaló Ticona con uno de sus hijos en brazos y ante una multitud de periodistas, mientras su familia lo esperaba con papel picado, gritos, carteles y su comida favorita.
Sin embargo, no descartó una visita en el futuro próximo.
"A lo mejor sí para ver cómo se transformó en una ciudad", afirmó antes de entrar a su casa donde su familia lo esperaba con aplausos.
El minero Edison Peña, que sorprendió con sus relatos de que corría hasta 10 kilómetros diarios en el interior del pique para entrenarse y matar la angustia, dijo que la fama repentina es difícil de manejar.
"Para mí fue incómodo porque lógicamente no estaba acostumbrado a esto (...) Yo solamente quiero tener una vida normal, quiero poder salir a correr, quiero mi bicicleta feita", señaló.
Escrito por Juana Casas, con reporte adicional de Esteban Medel de Reuters Televisión, Silene Ramírez, Hugh Bronstein y Brad Haynes en Santiago, Editado por Gabriela Donoso.
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