Foto: Orfield Laboratories
Si has estado recientemente en un aeropuerto atestado de personas, un evento deportivo o incluso una fiesta de niños, un poco de paz y tranquilidad parecería la solución perfecta para relajar tensiones.
Sin embargo, demasiado silencio podría enloquecerte un poco. La cámara anecoica de los Laboratorios Orfield en Minnesota puede absorber el 99.99 por ciento de todos los sonidos, pero visitar este oasis no es tan relajante como pudiera esperarse.
La habitación tiene el actual récord Guinness como el lugar más silencioso del planeta, y las compañías de todo el mundo buscan sus propiedades acústicas únicas -sus paredes están recubiertas con cuñas en forma de pirámide que absorben el sonido en un instante.
Esto les permite a las empresas -Whirlpool y Harley-Davidson la han visitado- probar qué tan ruidosos son sus productos sin interferencia externa. Pero mientras el oasis súper silencioso es un banco de prueba ideal para diversos productos, también esconde un lado oscuro: puede provocar una gran tensión en el cerebro.
Aprovechando que la ausencia de sonido simula las condiciones del espacio -un entorno al que sería muy beneficioso que los astronautas se adaptaran-, los científicos de la NASA investigaron los efectos de las capacidades acústicas de la sala sobre los humanos.
Los resultados indican que cuando se elimina todo el ruido de un recinto, el oído humano hará todo lo posible por encontrar algo que escuchar. En una habitación donde casi el 100 por ciento del sonido ha sido absorbido, las personas oyen cosas como el propio latido de su corazón a un volumen muy amplificado. Y con el paso de los minutos en silencio absoluto, la mente humana comienza a perder el control provocando que los sujetos de estudio alucinen.
Entonces la NASA indagó cómo reaccionaban los aspirantes a exploradores del espacio y si podían sobreponerse a la obvia incomodidad de escuchar y ver cosas que realmente no existen. Según los científicos, 45 minutos es lo máximo que alguien ha estado dentro de la habitación antes de poder escuchar otra vez los dulces sonidos de la Tierra.
Al final, la cámara ha probado ser una valiosa herramienta científica, pero sería mejor no alquilarla para tener un poco de paz y tranquilidad - podría ser más dañina que beneficiosa.
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