Pequeña capilla de la Estación Científica del Noreste, próxima a Chersky, ciudad siberiana que pasa ocho meses al año sepultada bajo la nieve y el hielo, y que alguna vez albergó prisiones del Gulag, donde eran encerrados los enemigos del Kremlin. AP Photo/Arthur Max
CHERSKY, Rusia (AP) - Imagine un pueblo inaccesible por carretera, sepultado bajo hielo y nieve durante ocho meses del año, incapaz de mantener una sala de cine y sin automóviles suficientes como para necesitar una sola luz de tránsito o siquiera un cartel para detenerse.
Chersky es el símbolo del aislamiento o, en términos estalinistas, del exilio.
Este rincón implacable en el nordeste de Siberia, donde las temperaturas invernales suelen caer a unos 50 grados centígrados bajo cero (unos 60 F bajo cero), en el pasado formó parte del Gulag, la red de prisiones para los enemigos del Kremlin.
El pueblo ha perdido más de la mitad de sus 12.000 habitantes en los tiempos difíciles que sucedieron al desplome de la Unión Soviética en 1991. Muchos de quienes se quedaron aseguran que se irían de poder hacerlo.
"No tenemos empleos que ofrecer a nuestro pueblo", se lamenta el alcalde, Ivan Suzdalov.
El muelle del río Kolyma, otrora punto de embarque para los suministros a las minas de oro de Siberia, tenía 1.200 trabajadores en la era soviética. Ahora emplea a 62, según dice.
La situación de Chersky se repite en lo que los rusos llaman el Extremo Norte, la zona frígida por encima del círculo polar ártico. Por lo menos 2,1 millones de personas, o el 18% de la población, se han ido desde 1990, según el Servicio Federal de Estadísticas.
La cifra no ha sido mayor debido a que los precios crecientes del petróleo y otros recursos naturales han atraído nueva mano de obra a empleos bien pagos. Unos diez millones y medio viven todavía en la amplia franja helada que se extiende por el norte de Rusia desde la frontera con Finlandia hasta el Océano Pacífico.
Para la mayoría, trasladarse al sur donde los costos de la vivienda son elevados es imposible. Una ley que entró en vigencia el 1 de enero asigna 7.000 millones de rublos (228 millones de dólares) en subsidios a la compra de propiedades en climas más templados. Más de 200.000 personas se han inscrito, según el Parlamento ruso.
Sin embargo, los críticos dicen que la compensación es inadecuada y que los procedimientos de selección carecen de transparencia.
Una familia promedio recibiría 1,9 millón de rublos (62.000 dólares), suficientes para comprar un departamento diminuto en una ciudad chica, pero nada en Moscú.
Los 5.000 habitantes de Chersky viven en la misma frontera de la naturaleza. Están a 6.600 kilómetros (4.000 millas) y ocho husos horarios de Moscú, y a cuatro horas y media de vuelo de jet de la ciudad más cercana, Yakutsk. Al norte se extiende el Mar Oriental Siberiano y está rodeada de tundra helada, montañas sin vegetación, lagos, matorrales y bosques de alerces. Sólo es accesible por aire y por mar en el verano.
Durante algunos meses en el invierno, cuando los ríos helados se convierten en caminos, los camiones hacen largos viajes de una semana desde Yakutsk para traer suministros esenciales.
Una aerolínea regional ofrece dos vuelos semanales desde Yakutsk con aviones con capacidad para 30 pasajeros. La carga se coloca detrás de la cabina y ocupa las primeras hileras de asientos.
"Aquí no vivimos nos limitamos a sobrevivir", afirma Ksenia Grigorova, de 25 años, que trabaja en un jardín de infantes. "Es imposible vivir aquí. Tenemos que irnos".
Edificios abandonados dan una imagen decepcionante al pueblo. Algunos quedaron vacíos cuando se redujo la población. Pero el calentamiento global también ha tenido su impacto.
La antigua escuela secundaria fue evacuada hace dos años después que el suelo se descongeló tanto durante el verano que se resquebrajaron las paredes.
Sin embargo, algunos ciudadanos de Chersky se enorgullecen de soportar las inclemencias de su vida en el Artico, y celebran la belleza insondable del invierno blanco con la súbita eclosión de verde durante el breve verano. Muchos de ellos ostentan las características faciales asiáticas de los nativos en el nordeste de Rusia, incluso tribus indígenas.
Los soviéticos estimularon la colonización de las vastas superficies siberianas para desarrollar recursos minerales, urbanizar y "sovietizar" las tribus, y establecer una presencia durante el enfrentamiento de la Guerra Fría con la alianza occidental de la OTAN. Rusia tiene casi el doble de la superficie de Estados Unidos, pero menos de la mitad de su población.
Chersky, nombrada por el explorador polaco Jan Czerski, del siglo XIX, estuvo cerrada a los extranjeros hasta 1991. Debido a su situación remota y fronteras sin custodia, Rusia la sigue considerando zona militar para ingresar a la cual los visitantes, incluso rusos, necesitan autorización.
El régimen estalinista envió a cientos de prisioneros al puerto de Zelyony Mys en las afueras de Chersky y a Ambarchik, un campamento de trabajos forzados en las cercanías. El historiador local Zoya Rubik la califica como "una época que representa las páginas más negras de nuestra historia".
Vivir aquí no es sólo duro sino también costoso. El pan cuesta 40 rublos (1,30 dólar) la hogaza, dos o tres veces más que en Moscú. El viaje de ida a Yakutsk cuesta unos 560 dólares, más de un mes de salario para la mayoría de los trabajadores.
"Aquí no hay nada que hacer, ya sea para los niños o para los adultos. Sólo es familia y trabajo", dijo Sardana Golubchikova, empleada en el departamento de educación.
Los jóvenes no parecen deprimidos. Los adolescentes se enorgullecen del estilo de sus ropas y usan desde tacos altos hasta pantalones vaqueros. Todos tienen un teléfono celular.
Pero el futuro ofrece muy poco a la juventud. "Muy pocos chicos se quedan después de graduarse", dijo la secretaria de la escuela Yelena Kuznetsova. "Los padres están ansiosos por sacarlos de aquí para inscribirlos en la universidad".
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