miércoles, 20 de junio de 2012

Paul Getty III, millonario y trágico

«¡Estos tipos van en serio!» fue el comentario de alerta que un inspector de los carabinieri (carabineros o policía italiana) les hizo a  los miembros de la familia Getty tras recibirse en la redacción del prestigioso diario Il Messaggero un sobre que contenía un mechón de pelo y una oreja amputada.

 Jean Paul Getty III, ya sin su oreja derecha, tras su rescate el 15 de diciembre de 1973.

Era noviembre de 1973, y llevaban cuatro meses tras la pista de los captores del joven Jean Paul Getty III, un adolescente de 16 años que había sido secuestrado en Roma el 10 de julio de ese mismo año.

Desde un inicio, todas las investigaciones para tratar de localizarlo se habían realizado de una manera errónea. La vida díscola y rebelde del muchacho había llevado a pensar a sus familiares que la desaparición era una más de sus muchas trastadas y formas de llamar la atención, por lo que no se puso una atención especial a la hora de recibir los primeros mensajes por parte de los secuestradores.

Motivos para desconfiar no les faltaban a la familia Getty, debido a que Jean Paul había sido expulsado de siete colegios diferentes en los últimos años, detenido tras lanzar un coctel molotov durante una manifestación izquierdista y había posado desnudo para una publicación erótica.


El multimillonario J. Paul Getty, el abuelo, bebe un vaso de leche (1957).

No se trataba de un secuestro casual o por cuestiones políticas, ya que el muchacho era el nieto de Jean Paul Getty, un excéntrico, mujeriego y huraño multimillonario que en aquellos momentos era una de las principales fortunas del planeta gracias a sus negocios petrolíferos y a mantener a todos sus allegados a un férreo control. Ningún miembro de la familia podía gastar un solo dólar sin su consentimiento y supervisión.

Su avaricia llegaba hasta tal límite que incluso había mandado instalar una cabina telefónica en su propio domicilio para que ninguna persona del servicio pudiese utilizar el teléfono sin pagar por la llamada.

El contacto solicitando el rescate no tuvo demasiado éxito por parte de los captores, ya que al pedir la cantidad de 17 millones de dólares a cambio de liberar al joven, el abuelo se negó rotundamente a pagar, aduciendo que tenía 14 nietos más y si accedía al chantaje lo que obtendría sería otros 14 nietos secuestrados.

La mala relación personal entre el padre del muchacho y el patriarca de la familia tampoco ayudaba demasiado a llevar a buen término las negociaciones en las que se consiguiese su liberación. Jean Paul Getty Jr. no disponía de liquidez económica para hacer frente al pago del rescate de su hijo, por lo que se veía sometido a un sinfín de decisiones tiránicas por parte del cabeza de familia.

Llamada tras llamada de los secuestradores se encontraban con la misma respuesta: «No pienso pagar ni ceder al chantaje».

Pero todo cambió el día en que se recibió la oreja derecha del chico. Los carabinieri  se declaraban incapaces de dar con su paradero y los expertos aconsejaban negociar el pago del rescate con una cantidad razonable.

El multimillonario solo estaba dispuesto a aportar la cifra de 2,2 millones, ya que era la aconsejada por sus asesores económicos, debido a que esa era la cantidad máxima por la que se podría beneficiar en las reducciones fiscales, a la hora de pagar los impuestos anuales.

Finalmente Jean Paul Getty cedió a prestar a su hijo un total de 2,9 millones de dólares, con la condición de que esa cantidad le fuese devuelta en su totalidad, y a la que se le debía sumar el 4% de intereses.

El 15 de diciembre de 1973, tras el pago del rescate, el joven Jean Paul fue liberado por los secuestradores y encontrado con vida al sur de la península italiana. A partir de aquel momento, la vida del muchacho entró en una espiral de drogas, alcohol y extrañas compañías que le llevaron a sufrir una sobredosis que en 1981 le dejó tetrapléjico y prácticamente ciego.
Jean Paul Getty III rodeado de carabinieri y periodistas, el día de su liberación, el 15 de diciembre de 1973.

La ruptura con su familia le llevó a no recibir ni un solo centavo de la herencia de su abuelo, quien falleció en 1976. Su padre, siguiendo la estela marcada por el patriarca familiar, se negó a pagar ni una sola de las facturas médicas de su hijo, que ascendían a 20.000 dólares mensuales, pero sí prefiriendo donar alrededor de 150 millones de dólares a eventos culturales. Alegó que con el pago del rescate (que tuvo que devolver) ya le había dado todo lo que le correspondía a su hijo. Tampoco le dejó nada en herencia.

Jean Paul Getty III falleció, tras su larga enfermedad, el 5 de febrero de 2011.

Por Alfred Lopez | Blog de Noticias
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Publicado por Yahoo! en Español

viernes, 15 de junio de 2012

Extravagancias con diamantes

El despilfarro de los más adinerados no tiene límite. I Phones, inodoros, automóviles y hasta cráneos humanos llenos de diamantes, son algunos de sus excéntricos caprichos.
El artista Damien Hirst es el responsable de llenar de diamantes un cráneo humano de un hombre que vivió entre 1720 y 1810. La obra está valorada entre 50 millones y 100 millones de dólares.
Estas pistolas de oro y plata con incrustaciones en diamantes pertenecían al delincuente mexicano ¨Lobo Valencia¨. En el 2010 fueron incautadas por la policía mexicana.
Este GameBoy hecho en oro de 18 kilates con diamantes incrustados puede llegar a costar más de 25mil dólares.
Esta famosa manzana perteneciente a un Macbook Pro está hecha en oro y diamantes.
¿QuÉ mejor accesorio para un computador, que este mouse con diamantes?
Este brasier de Victoria´s Secret, bordado con diamantes, cuesta dos millones de dólares.
Estos zapatos hechos en oro y con diamantes incrustados fueron vendidos por 140 mil euros en Reino Unido.

Este inodoro, aunque no está hecho de diamantes sino de cristales Swarovski, es muy costoso. Su precio oscila alrededor de los 75 mil dólares.

Este chupo para bebé fue diseñado para Shiloh Jolie-Pitt, está hecho de oro blanco y diamantes. Cuesta 17 mil dólares
Este Ipod Shuffle está decorado con diamantes y bañado en oro.
 El perro lleva puesto un collar de oro con incrustaciones en diamantes.
Publicado por Globo Televisión de Venezuela

miércoles, 6 de junio de 2012

¿Por qué hay cocodrilos en ciertas iglesias?

Muchos de los turistas que visitan el Patio de los Naranjos, en la catedral de Sevilla, España, no pueden evitar un gesto de sorpresa cuando levantan la vista en la llamada "Puerta del Lagarto". Allí, como anuncia su nombre, cuelga un gran cocodrilo, acompañado de un colmillo de elefante.
El cocodrilo de la catedral de Sevilla | Crédito: Panoramio - Gomiya32 (Creative Commons)
El enorme reptil que puede verse hoy es una réplica de madera, pero originalmente hubo un ejemplar disecado. Se trata sin duda de una pieza insólita, más propia de un museo que de un templo y, sin embargo, el caso sevillano no es el único ni mucho menos.

Hoy se conservan pocos, pero durante la Edad Media y el Renacimiento, numerosas iglesias de toda Europa contaban con algún ejemplar exótico, ya fuera un cocodrilo disecado, huesos de ballena, o incluso muelas de hipopótamo. La pregunta es, ¿qué hacían en un templo cristiano?

En el caso del cocodrilo sevillano, la respuesta la encontramos en las crónicas del rey Alfonso X el Sabio, en las que se explica que el singular animal —además de una jirafa, una cebra y otras "bestias"— fue un regalo hecho al monarca castellano por el sultán de Egipto en el año 1260. Tras su muerte el reptil fue colgado en la catedral, pero con el paso de los siglos se deterioró hasta desaparecer, así que se fabricó la réplica de madera que puede verse hoy.

Un origen similar tiene el caimán que se conserva en la iglesia del Corpus Christi de Valencia. El atemorizante animal fue un regalo del virrey del Perú al arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, quien lo colocó en una pared del templo el 7 de junio de 1606.

A pesar de estos casos, la explicación más repetida para dar respuesta a la presencia de estas "bestias" en las iglesias hace referencia a su uso como ex-votos, es decir, como ofrendas en agradecimiento por una ayuda concedida. En el caso de caimanes, encontramos dos variantes en este sentido. La primera "versión" refiere una salvación milagrosa de algún devoto que, estando en tierras lejanas, escapa sin daño al ataque de uno de estos reptiles. La segunda nos habla de la muerte de la bestia por intercesión celestial, en este caso cerca de la iglesia en la que se exhibe. 

Caimán en el techo de un "gabinete de maravillas" renacentista | Crédito: Smithsonian Institution

Un buen ejemplo del primer caso es el caimán custodiado en la iglesia de San Ginés, en la madrileña calle del Arenal. Allí se encuentra, desde 1522, una de estas temibles bestias, al parecer ofrecida como ex-voto por Alonso de Montalbán, "Aposentador" de los Reyes Católicos. Montalbán habría sobrevivido al ataque del animal mientras estaba en Panamá, gracias a la acción milagrosa de una imagen de la Virgen que apareció en un árbol, tal y como refiere un documento del archivo parroquial.

Un relato piadoso muy similar se encuentra tras el caimán guardado en la colegiata de Berlanga de Duero (Soria), que habría sido traído desde las Indias por fray Tomás, natural de la localidad y obispo de Panamá. Según la tradición, fray Tomás se encariñó del animal, así que se lo trajo vivo de vuelta a la península. El relato asegura que mientras el religioso vivía, el caimán se mostró manso y tranquilo, pero a la muerte de fray Tomás comenzó a atacar a los lugareños. Por suerte para los vecinos, consiguieron darle muerte —con ayuda celestial, cómo no—, y decidieron colgar sus restos como ex-voto.

En otras ocasiones, parece que los restos de estos animales —monstruosos a ojos de las gentes de siglos pasados— jugaron un papel de protección frente al demonio y al mal en general, sirviendo de símbolo del Satanás encadenado. Así, en un tratado del siglo XVII, el "Emblemata" de Paolo Maccio, encontramos un emblema en el que se representa a uno de estos animales en el interior de una iglesia, acompañado por la siguiente frase: "El malvado asusta al malvado. Un cocodrilo se cuelga en las iglesias para atemorizar y ahuyentar a otros monstruos feroces".

 Caimán de la iglesia de Viso del Marqués | Crédito: Ramón Peco / Flickr (Creative Commons)

Los clérigos aprovecharon también el temor que infundían estas bestias para imponer el miedo y el recogimiento. Así, en una iglesia valenciana que contaba con un caimán, se leía junto a él un cartel que decía: "Si en el templo en silencio no estás, a mi vientre pararás".

A pesar de todas estas explicaciones, el origen de la presencia en los templos de estos animales —y de restos de otros, como los citados huesos de ballena, cuernos de narval o similares— está seguramente en la imagen que se tenía de ellos como "museos" de la Creación. Aquellos restos de bestias eran maravillas de la naturaleza, monstruos casi sobrenaturales —tenidos a veces por señales divinas—, testimonios palpables de la grandeza del Creador, comparables en muchos casos a las reliquias de santos, así que no había mejor lugar para guardarlos y exhibirlos que la propia casa de Dios.

Ya en la antigüedad, los griegos usaron a veces sus templos para albergar este tipo de portentos, e incluso Plinio El Viejo narra en uno de sus textos cómo un templo de Roma custodiaba la piel y las mandíbulas de una gigantesca serpiente a la que habían dado muerte los soldados en Cartago.

Así pues, es muy probable que estos animales exóticos que pueden verse hoy en iglesias de toda Europa fueran llevados allí como maravillas y testimonios de la grandeza de Dios y, con el paso de los años, convertidos en ex votos y pruebas de mil y un milagros.

Fuente: Yahoo! España